Lenguaje
Inteligencia artificial por Sabino Méndez
Ahora ya lo tenemos un poco arrinconado, pero, hasta hace pocos años, el asunto de moda que encandilaba a los boquiabiertos era la inteligencia artificial. Las posibilidades de simulación que ofrecían los programas informáticos, se creía que podían iluminarnos sobre el modo en cómo funciona nuestro cerebro. Obviamente, era una de las habituales exageraciones del ser humano, porque se olvidaron la sabiduría o las emociones y sólo se consiguió demostrar que discurrir más rápido no significa pensar mejor. Con un poco de reflexión y un conocimiento detallado del lenguaje, podíamos haberlo deducido sin tanto gasto experimental. Porque, en cualquier idioma, los adjetivos «rápido» y «acertado» significan dos cosas diferentes, al igual que «inteligente» y «sabio». Pensar más rápido puede significar, tan sólo, equivocarse más rápido. También rectificar más rápido, pero eso provoca una aceleración de las cosas que contribuye a convertir en aún más confusa, crispada y caótica la vida humana, malgastándola en dispendios y esfuerzos inútiles. El tempo, tanto en la vida como en la música, sigue siendo esencial para el desarrollo de las conductas humanas. La sabiduría es contraste y experiencia. Es por ello que las personas de edad suelen ser más sabias. Han acumulado más experiencia y tenido más tiempo para contrastarla con otras informaciones. Empieza a suceder ahora otro equívoco parecido con el adjetivo «eficiente». Me lo encuentro en muchos contextos usado como sinónimo de «bueno». Así que, antes de que empecemos a emitir tonterías similares a las de las décadas anteriores, estaría bien recordar la diferencia importantísima que hay entre ambas palabras. Porque, en cuánto se empiecen a confundir también las fronteras entre los términos «eficiente» y «rentable», ya la tenemos liada de nuevo. El canibalismo podría ser eficiente y rentable, pero por algo sería que no llegara a prosperar en la evolución humana.
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