Malasia
Álvaro bautista :«Miedo no hay no puede haberlo»
No debe de haber muchos pilotos que hayan pasado más tiempo en pista con Simoncelli que él. Sus carreras progresaron casi de forma paralela y, en la categoría intermedia, su rivalidad se convirtió en un clásico del motociclismo, con la lucha por el título mundial de 2008 como momento cumbre.
Cheste (Valencia)- Los dos buscaban ahora su primer triunfo en MotoGP, pero Marco ya no está y Álvaro Bautista «daría lo que fuera por tener, no un duelo, sino muchos más» con su rival de siempre. Asegura que honrar su memoria le servirá de motivación y ayer lo demostró con el mejor tiempo de la segunda sesión de entrenamientos libres.
–¿Cómo ha vivido estas dos semanas tan duras?
–Fue un jarro de agua fría. Cuando me enteré no me lo quería creer, habíamos desayunado juntos aquella mañana y… Lloré, como casi todos. No se me olvidará que tras el accidente, el "paddock"era un absoluto silencio. No había otra cosa, sólo silencio.
–¿Qué recuerdo le queda de aquella vuelta maldita?
–La última imagen que tengo de él me viene a la memoria a cámara lenta. Entra en la curva, veo cómo se desliza y se apoya con todo el cuerpo para intentar levantar la moto, entonces lo adelanto y sucede lo que ya todos sabemos.
–Sus mano a mano en el cuarto de litro llegaron a ser históricos.
–Lo he pasado mal, porque ha sido un piloto muy cercano a mí, hemos luchado muchas veces, éramos rivales, pero rivales de verdad. Nos hemos tocado, nos hemos salido de pista, nos jugamos un campeonato del mundo... Yo era su competidor más grande y quizás le voy a echar más de menos que otros. Donde seguro que le voy a extrañar será en la pista. Si hasta su última vuelta la dimos juntos, pasándonos y repasándonos, batallando como otras muchas veces.
–Si no hubiera tratado de evitar la caída...
–Eso dice mucha gente, pero es que hay veces en las que pierdes la rueda delantera pero sientes que no se te ha ido del todo y que puedes seguir. Es una cuestión de milésimas de segundo y en ese momento no piensas, simplemente actúas.
–¿Su carisma ha hecho que el hueco que deja sea tan grande?
–Seguro, era alguien muy peculiar. No sé si por el corte de pelo, por la manera que tenía de expresarse, de caminar, de conducir con los codos hacia fuera… Ha dado mucho espectáculo y mucho de que hablar. Era un personaje curioso e irrepetible.
–Al subirse a la moto tras una cosa así, ¿se siente miedo?
–Nunca, no hay miedo, no puede haberlo. Los circuitos son cada vez más seguros y el porcentaje de que suceda una fatalidad como la de Marco es muy pequeño. Miedo no hay. Lo último que puedes hacer es pensar en caerte o lesionarte. Lamentablemente él tuvo la peor suerte posible.
–La entereza de su padre, Paolo, ha dejado a todos perplejos.
–Fue un ejemplo. Parecía que estaba mejor que nosotros, consolando a los demás con una serenidad increíble. No estará contento, pero sí satisfecho, porque su hijo falleció haciendo lo que más quería. Hay que quedarse con este recuerdo y no apenarse. Disfrutó hasta el último instante haciendo lo que más amaba.
Márquez espera un «click»
Marc reconocía ayer que su visión seguía siendo doble y así no puede correr. Su esperanza es que hoy su nervio óptico haga «click» y la visión vuelva a ser la misma que antes de la caída en Sepang. En este sentido, Dorna reconoció que el protocolo de seguridad falló en Malasia antes de su accidente y tras el de Simoncelli.
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