Sevilla

Espejismos por Enrique Miguel RODRÍGUEZ

La Razón
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Posiblemente en Sevilla, más que en otros lugares, suframos el síndrome del espejismo, porque sin ser ni psiquiatras, ni psicólogos, ni tan siquiera argentinos, ya sabemos que hay un síndrome para todo. En lo que estábamos. Nuestra ciudad, por el SICAB, la Copa Davis, los 20 grados, con su luz correspondiente, el puente, que da tantas alegrías al comercio y a la estupenda iluminación, que nos coloca otra vez en lugar de primerísimo sitio (los adornos mezquinos son signo de pobreza mental), demuestra que todo se puede resolver con imaginación y buena administración. Por todo lo dicho y mil cosas más, estoy seguro que estamos instalados en el síndrome del espejismo. Me gustaría conocer, además de la terrible lista de los parados, cuántos han disfrutado del puente más largo del occidente cristiano. Algunos han salido el vienes 2 y regresarán a sus trabajos el lunes 12. Diez días de vacaciones. Esto también es un índice de la realidad del país, que todavía, a pesar de los tornados económicos, se encuentra alegre y confiado. Hay que ser valiente y preguntar cuántos de los 5 millones de parados se encuentran en pleno puente. En un almuerzo en casa de amigos comunes, Javier Arenas, contaba que cuando tomó las riendas del Ministerio de Trabajo, por cierto excelente gestión la suya en tan difícil cometido, pidió muchísimos informes y quedó aterrado de la cantidad de trabajadores que tenían más de 100 días de bajas anuales. Tremendo índice. Ahora, con un presidente de Gobierno con mayoría absolutísima y con ganas de resolver muchos desequilibrios, es hora de que nos hagan comprender que el espejismo de los puentes y otros varios ha tocado a su fin al menos por una década.