Nueva York
Jon Stewart el nuevo y poderoso rey de la televisión norteamericana
Cuando el equipo del programa de humor «The Daily Show» solicitó acreditaciones para cubrir la ya famosa Convención Demócrata de agosto de 2008, que proclamó al entonces senador Barack Obama como candidato a la presidencia de su agrupación política, la dirección de la campaña del ahora presidente de EE UU no dudó en proporcionarles todas las que necesitaban.
Meses antes, Jon Stewart, el presentador de «noticias» humorísticas nacido en Nueva York en el seno de una familia judía, se había convertido ya en uno de los periodistas más admirados de su país junto con los grandes presentadores de auténticos programas de informativos, como Brian Williams y Tom Brokaw, de la cadena NBC, Dan Rather, de la CBS, o Anderson Cooper, de la CNN. Un estudio del Proyecto por la Excelencia en Periodismo concluyó por su parte que su espacio de «The Daily Show» tiene un gran impacto en «el diálogo estadounidense». La popularidad del cómico es tal que hará de anfitrión en una gran manifestación convocada para el próximo sábado 30 de octubre bajo el título de «The Rally to Restore Sanity», una marcha para recuperar la cordura, en respuesta a la que en verano convocó el comentarista de extrema derecha Glenn Beck en contra de la administración de Barack Obama.
Hace días el cómico destacó en una conferencia en el centro judío «92nd Street Y» que, «como todo lo que hacemos, la manifestación es un formato (de comunicación), de la misma manera que lo es un libro o un programa de TV. La gente dice que es una marcha en contra de Glenn Beck. Pero creo que no. Simplemente, vimos lo que hizo y pensamos que era una gran forma de expresión», destacó Stewart, considerado por el 44 por ciento de los estadounidenses el hombre más leal de América, según un estudio de la revista «Time».
Capacidad de influencia
Durante los últimos once años, Stewart se ha limitado a expresar sus opiniones en «The Daily Show», un espacio satírico, con su especial manera de informar con titulares como: «El vicepresidente Dick Cheney invade Irán con un ejército de orcos», conexiones en directo desde la franja de Gaza justo antes de alcanzar una solución del conflicto árabe-israelí después de décadas o reportajes sobre los presos de Guantánamo.
Sus programas, que se emiten cuatro veces a la semana en un canal de TV por cable, Comedy Network, tienen una audiencia aprentemente escasa, en torno a 1,8 millones de espectadores, pero en cambio se concentra en la clase media alta urbana de entre 18 y 34 años y en los sectores más influyentes de la sociedad estadounidense. Es uno de los profesionales más deseados por los consejeros delegados de los canales de TV y los anunciantes y su poder crece dentro del mundo del humor y la política estadounidenses.
El cómico fue incluido en 2005 en la lista de la revista «Time» de las cien personas más influyentes. Ha presentado la ceremonia de entrega de los premios Grammy en dos ocasiones, 2001 y 2002. También estuvo presente en la entrega de los Oscar (2006 y 2008). En 2000, contrajo matrimonio con Tracey, su novia desde hacía cuatro años, y a la que conoció en una cita a ciegas. La pareja tiene ahora dos hijos, de 6 y 4 años, un gato y dos perros.
Un asunto que no es de risa
Hace una semana, el presentador de la CNN cubanoamericano Rick Sánchez fue despedido de la cadena por llamar a Jon Stewart «intolerante» y quejarse de que los medios de comunicación están controlados por la comunidad judía. En su denuncia también recordó que es muy difícil para los hispanos y afroamericanos llegar a ser presentadores de TV. El cubanoamericano fue destituido de forma inmediata, a pesar de haber tenido que ver durante años cómo el cómico se reía de él en su programa. Sánchez se equivocó, pues terminó pidiendo disculpas por sus comentarios, en lugar de haberse limitado a criticar a Stewart por reírse de él.
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