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Bob-es-pon-ja por María José Navarro

La Razón
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A mí, más que molestarme la reforma laboral (que aunque Vds. no la entiendan porque están a la sopa boba, se hace por nuestro bien y para que dejemos de ser unos vagos) lo que me tiene en un ay es que pueda desaparecer Bob Esponja de la programación de TVE. Con esto de los recortes en la corporación, parece que no va a quedarles otra que meter la tijera, y una lo entendería todo excepto que cercenen nuestra felicidad, la de todos los telespectadores que nos rayamos tan ricamente con las aventuras de una esponja de mar que está como un cencerro. No hay derecho a que, con la que está cayendo, encima, eh, encima, tengamos que perdernos a Calamardo y su gesto de comisario europeo. ¿Qué será de los acérrimos a la vida submarina de la morralla que habita en una piña? ¿Qué será de Patricio? ¿De Arenita y su flor? ¿De Gary? Y peligra Pocoyó, Cifras y Letras, Jordi Hurtado el incorrupto, y los documentales de leonas, de esas a las que ponen nombre y cuando mueren te dan la tarde. ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Recuperar «Cantares» presentado por Sergio Ramos? Yo, puestos a elegir, me decantaría por algo mucho más sencillo, que es dejar los derechos deportivos gordos para las cadenas privadas. Todos, incluida la «Champions». Propongo, desde mi espíritu absolutamente constructivo, que, para llenar el hueco de Bob Esponja y sus guionistas fumetas, se retransmitan las comisiones de control parlamentario a Rtve, que me han dicho que son de fliparlo. Me pido pagar incluso una cuota para ver las intervenciones de Andrea Fabra hablando de decencia política. Bien mirado, voy a salir ganando.