«Una mujer una pistola y una tienda de fideos chinos»: Yimou de los Coen a la ópera bufa

Zhang Yimou desviste a «Sangre fácil», le quita el sombrero de detective y el humo del «film noir», para disfrazarlo con la seda de la China imperial. Reduce a la mínima expresión los escenarios de la ópera prima de los Coen –ahora comprimidos en un «diner» del siglo XIX en medio del desierto, con su cornudo, sus adúlteros, su avaricia y su peligroso detective–, sube el volumen de la sátira y, en el último tramo, elimina diálogos para potenciar la feliz comunión de imagen y sonido. No se puede decir que este «remake» sea perezoso: Yimou sabe que difícilmente podrá superar la solidez del original y prefiere traicionar las expectativas de todo aquel que conozca y admire su obra, más severa que juguetona, regalándole una película vacacional y sin muchas pretensiones.
Fomenta, pues, la dimensión cómica, excesiva, casi de «cartoon», del cine de los Coen –el acto de cocinar una pasta se traduce en una coreografía delirante–, y la transforma en una ópera bufa no exenta de cinismo. Es un ejercicio de estilo que demuestra que la teoría de los seis grados de separación funciona: que la China del pasado y la América profunda se parecen más de lo que creemos, que Yimou y los Coen tienen sensibilidades afines y que, después de todo, la mezquindad y la miseria humanas no son sentimientos exclusivos de la contemporaneidad.