Guleghina se hace grande en Peralada

La primera gran ópera de Verdi, "Nabucco", es un título casi perfecto para presentarse en versión de concierto gracias a su ampulosidad musical, los numerosos pasajes corales y exultantes concertantes. Contar además con un director musical histórico como Nello Santi, es sinónimo, todavía, de verdadero apasionamiento y control absoluto sobre el rigor y la calidad de los resultados musicales. El octogenario director italiano ofreció una lectura de la partitura sin perder un ápice de vitalidad o motivación con unos tiempos vivos y excelente cuidado en la perfecta sincronización entre orquesta, solistas y coro, y en los exquisitos detalles de esta primeriza pero exuberante partitura.

El reparto estuvo encabezado por otro gran veterano, el barítono Joan Pons, quien pudo todavía con el poderoso papel protagonista, no sin evidentes esfuerzos dado lo comprometido del personaje, Maria Guleghina, por su parte, deslumbró al público con una de las más impactantes y solventes interpretaciones que se le recuerdan. Su Abigaille destacó por poderío, musicalidad y perfecta adecuación en el registro agudo y graves deslumbrantes. Ferruccio Furlaneto, desplegó toda su maestría y musicalidad como un todavía imponente Zaccaria, mientras que la mezzosoprano Serena Pasqualini fue una más que correcta Fenena. Destacar también al joven y excelente tenor Teodor Ilincai como Ismaele y al destacado bajo Ievgen Orlov, además de Maribel Ortega como Anna y Viçens Esteve como Abdallo. Impresionante la labor del Coro del Liceo y la Polifónica de Puig-Reig. Al día siguiente se produjo el sentido homenaje a la soprano Montserrat Caballé, una de las más fieles artistas del Festival, quién cantó un variado recital en la iglesia del Carmen junto al siempre detallista Manuel Burgueras al piano.