Un millón por una vida

«Humillante». Así es como calificó Juana Ortega, la madre de Antonio Meño, el acuerdo firmado con las aseguradoras y por el que recibirán una indemnización de un millón setenta y cinco mil euros. Ni ella ni su marido Antonio están conformes con esta decisión, ya que su intención era «seguir luchando» hasta el final. Ayer, a la salida de los juzgados, Juana reconocía emocionada que tenía la sensación de haber «vendido» a su hijo, pero que su abogado, Gustavo Izquierdo, les había recomendado aceptar el dinero en vez de iniciar otro procedimiento judicial que podría alargarse hasta diez años. «Ha sido una ardua tarea llegar hasta este punto, por lo que la satisfacción es relativa. Hemos optado por lo mejor posible», declaró el letrado.

Tras 22 años de litigios, la familia Meño insiste en que hubieran preferido que el culpable de que su hijo lleve en coma desde 1989, el anestesista Francisco González, «hubiera sido condenado a cuidar enfermos en la situación de Antonio», del que hay que estar pendiente las 24 horas del día. Una atención que no va a cambiar a pesar del dinero que van a recibir.

Los padres de este joven viven exclusivamente para él, incluso tienen colocados los muebles del salón de forma que no puedan perderle de vista. «Yo me siento en este sillón y puedo ver la tele y a mi hijo al mismo tiempo». Lo que tienen claro es que «mientras puedan atenderle» no van a contratar a nadie para que se ocupe de su hijo.