Interior
El Gobierno confiaba en que se mencionaría la renuncia a las armas
El comunicado de ETA cayó ayer sobre el Gobierno como un auténtico jarro de agua fría. No es para menos. El Ejecutivo confiaba en que, en esta ocasión, la banda incluyera en su declaración alguna referencia explícita a la renuncia a las armas
El propio José Luis Rodríguez Zapatero confesó públicamente hace semanas que albergaba esta ilusión, después del compás de espera abierto tras el «cese de acciones armadas ofensivas» decretado por los terroristas el pasado mes de septiembre.
Desde ese mismo instante, las tomas de temperatura realizadas por encargo del Ejecutivo indicaban que un comunicado en esa dirección podría producirse en cualquier momento, confirman a este diario fuentes gubernamentales. Sin embargo, la división interna que sufre la banda entre los partidarios de un abandono definitivo de las armas, con Josu Ternera a la cabeza, y los defensores de mantener el recurso a la violencia latente en el tiempo, entre los que figuran los terroristas más jóvenes, ha inclinado el fiel de la balanza hacia este último grupo.
Desde septiembre pasado el Ejecutivo tenía noticias de que la banda preparaba una declaración similar a la publicitada ayer. Por aquellas fechas, así se lo trasladó al principal partido de la oposición y a los nacionalistas vascos. Con una «ETA prácticamente desarmada y débil», se empleó a fondo por intentar conseguir la inclusión de esa referencia al abandono de las armas en esta última declaración. Sin embargo, la banda ni siquiera ha dejado una puerta abierta a una eventual verificación de la entrega de su armamento. Es decir, no ha dado el paso hacia adelante que aguardaba el Gobierno desde hace meses. En este contexto, todo apunta a que se retrasará el final de ETA, que parecía más cerca que nunca, como había predicado Alfredo Pérez Rubalcaba. Desde luego, no se producirá antes de los próximos comicios municipales y autonómicos de mayo. No obstante, fuentes nacionalistas vascas consultadas por este diario no descartan que antes de esa cita con las urnas los etarras den a conocer otro comunicado etarra que allane el camino de Batasuna hacia las elecciones.
Con independencia de esta circunstancia, la realidad es que el Gobierno no ocultó ayer su decepción por la literalidad del mismo. Es más, podía haber optado por guardar silencio como única respuesta a ETA. De hecho, «no es costumbre valorar sus comunicados». Sin embargo, visto lo visto y leído lo leído prefirió realizar, por boca de su portavoz y ministro del Interior, una escueta declaración a la Prensa para lanzar dos advertencias, una dirigida a ETA y otra, a Batasuna.
Dos horas depués de la publicación del «alto el fuego permanente, general y verificable», Rubalcaba avisó de que no era una mala noticia, pero «no es la noticia» que el Gobierno esperaba: «el fin irreversible y definitivo» de ETA. El vicepresidente no apreció cambio alguno en la banda. «Nos encontramos ante una ETA con las mismas pretensiones de siempre, que tiene una visión distorsionada de la realidad, con un catálogo de reivindicaciones que no abandona e incluso, si me apuran, con la misma arrogancia, el mismo lenguaje y la misma escenografía».
«Quiere mantener sus posiciones o lo que es lo mismo que su fin tenga precio». Además, advirtió a los terroristas de que son los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado quienes verifican las treguas y no expertos internacionales. No obstante, aseguró estar más tranquilo que ayer. Aunque, para que nadie se llame a engaño, confirmó que éste no es el final de la organización terrorista y, desde luego, no la declaración que la sociedad esperaba.
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