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Rubalcaba quiere hacer del PSOE un partido «con vocación nacional»
Aboga por unas primarias abiertas a la militancia
«Necesitamos un partido nacional que vertebre España y que diga en todas las comunidades autónomas lo mismo. Y eso, compañeros, reconoced que últimamente se nos había olvidado. Me propongo construir un nuevo edificio, que no tiene que ver con la revisión del modelo autonómico, sino con la recuperación de las señas de identidad que habíamos perdido». Solemne declaración de Alfredo Pérez Rubalcaba en la multitudinaria presentación de su candidatura a la Secretaría General del PSOE en la UGT. Por un lado, ponía directamente el dedo sobre una de las heridas por la que se han desangrado electoralmente los socialistas; de otro, marcaba distancias desde el minuto uno con la que la que será, seguro, su principal adversaria en esta contienda interna,Carme Chacón. Y es que si algo ha distinguido a la ex ministra de Defensa en los últimos años es su variable discurso en función de si hablaba en Cataluña o en otra parte de España. Rubalcaba no da puntada sin hilo y fiel a su estilo pasó por todos y cada uno de los males que acechan a un PSOE que ha quedado sepultado en las urnas. Incluso el de la desconexión con la sociedad y la evidente pérdida de confianza de los ciudadanos. Lo dijo alto y claro: «El PSOE tiene que cambiar». Y él cree que puede «ser útil y aportar ideas y experiencia» en estos momentos de dificultad. Así ofreció «fuerza e ilusión» para este combate que no ha hecho más que empezar y del que el PSOE se puede destrozar aún más. Y eso que él apeló a su experiencia para distinguir entre «adversarios y compañeros» y sentenciar que en el PSOE «sólo tengo compañeros». Aún así pidió «tolerancia y respeto» y advirtió que quien no practique lo uno y lo otro «no estará conmigo».
Despreció a su manera el «debate de ideas» que proclama Chacón porque «yo hace tiempo que estudié a Platón y lo tengo superado». Segundo dardo, pues, contra la catalana, a quien, sin citar, también avisó de que él no se apropiará de las banderas de todos. Hablaba claro de la propuesta de unas primarias abiertas a la militancia para la elección del candidato a la Presidencia del Gobierno. Se sumó a ella, pero consideró mucho más necesario «un cambio profundo en la estructura interna del partido» y que pasa por un PSOE con «más democracia,más participación y más abierto». Su oferta pasa por una combinación de «cambio y unidad», conceptos que resumen el que será su proyecto político y que emulará, según dijo, al que Zapatero practicó con la «integración y el «coraje cívico» tras el 35 Congreso Federal de 2000. Del todavía secretario general también reivindicó el modelo de «oposición útil» que practicó hasta 2004: «Los ciudadanos confiarán en nosotros si ven que ayudamos a salir de la crisis. Tenemos que ser un factor real e imprescindible». Hasta aquí llegó y hasta aquí contamos porque el resto del discurso equivocó el registro. A ratos sonó como si aún estuviéramos en campaña y el 20-N no hubiera derrotado el programa socialista.
Cepeda se desmarca de Gómez
Tres ex ministros, (José María Maravall, Trinidad Jiménez y Valeriano Gómez); cuatro secretarios generales (José María Barreda, Tomás Gómez, Roberto Jiménez y Óscar López) además de un nutrido grupo de diputados nacionales y regionales jóvenes acomparon a Rubalcaba en su presentación. El salón de actos de la UGT, abarrotado, sobre todo de socialistas madrileños, de la vieja y la nueva guardia (se pudo ver hasta a Virgilio Cano, ex consejero de uno de los Gobiernos de Leguina en Madrid), pero también a Ruth Porta o a Ángeles Álvarez. La ¿sorpresa? la dió José Cepeda, heredero del estinto guerrismo madrileño.
Y no por su presencia, sino porque bajara escoltando a Rubalcaba en su paseíllo hasta el estrado. Escenficaba así que ante el Congreso Federal él no estará con Gómez, cuyo enfrentamiento con el que fuera vicepresidente del Gobierno, es público y notorio.
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