Portugal
Vicente del Bosque
La exaltación nacionalista por los triunfos deportivos reduce el coeficiente intelectual. Pero en tiempos de tribulación inyectan dopamina en el cerebro de los deprimidos y desconcertados europeos. Nunca he visto un partido de fútbol ni sé qué es un fuera de juego, aunque entiendo a los críticos del equipo que arma Vicente del Bosque, incluso culminada su victoria sobre Portugal. Cuando a Frank Sinatra le habían echado de los cabarets dijo: «Yo no vendo voz; vendo estilo». Le cuadra a nuestro seleccionador, aunque se nos haya olvidado que la belleza, el dinero y el éxito no se discuten. No sé si dopa a sus jugadores con «dormidina» pero gana por el canto de un folio. Es educado, modesto, no grita y lleva a su hijo con síndrome de Down a los homenajes. Lamento no recordarle como jugador porque tiene la nobleza que no le aporta el marquesado que no usa. Cuando Napoleón debía nombrar un mariscal se informaba: «¿Tiene suerte?». Del Bosque la tiene y por eso acierta hasta cuando equivoca la alineación. Pese a sus muchos críticos, y ganemos hoy o no, este hombre es el artífice de La Roja, a la que ha marcado con su impronta.
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