Actualidad
El bailecito por María José Navarro
Llevo dos días en bucle, disecada como una liebre cazadora delante del ordenador, observando el bailecito de la supuesta celebración entre el ingeniero jefe y un guardia de seguridad del Hotel Sofitel de Nueva York donde se hospedó la noche de marras mi Dominique Strauss-Kahn y estoy pasmada. Ya saben Vds. que la noche de marras fue aquella en la que el entonces director del Fondo Monetario Internacional probó de nuevo sus poderes en el trasero y delantera de una limpiadora, aventurilla que le costó un ridículo mundial y provocar un asco extremo en casi todas las mujeres del orbe y en muchos hombres que saben distinguir entre Barragán y Garcilaso. Dicen los empecinados en demostrar que DSK fue víctima de un complot que el bailecito responde a la alegría de los ejecutantes después de denunciar a nuestro poderoso rijoso, prueba que parece, así en seco, poco definitiva, la verdad. Quizá la celebración se debiera, quién sabe, al poco esfuerzo que hubo que hacer para que nuestro poderoso casposo picara el anzuelo, proclive a acogotar empleadas contra una columna y demostrar así al mundo que su atalaya era un «all included». Quizá el jolgorio fuera a costa de un pobre tipo muy pagado de sí mismo que ha dejado por los suelos no sólo su imagen sino la del sistema. Un descojone rítmico gracias a lo poquito que hay que currárselo para acabar con un líder burgués, acomodado, y acostumbrado a mirar al resto por encima del hombro. Hay una inteligencia que no se mide, lamentablemente, a la hora de acceder a un cargo público y que es esa que distingue a un tipo cabal de un perfecto gilipollas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar