Barcelona
Lluvia de estrellas por Enrique Miguel RODRÍGUEZ
La lluvia, tan esperada, tan necesaria, trajo a Sevilla una auténtica lluvia de estrellas. En el nuevo Auditorio de Fibes, Raphael; en el Maestranza, Plácido Domingo; en el hotel Inglaterra, Bono presentando su libro, que es una especie de revista del corazón dedicada a la política, lo que encuentro muy divertido: parecen las historias de las rivalidades de las folclóricas más recalcitrantes. En ese día estelar, este periódico quiso tener su propia luminaria: Alfonso Ussía; había motivo, presentar el libro que relata las nuevas aventuras del Marqués de Sotoancho. «Safari», es el título, pero apostillando las vivencias africanas del Marqués como escalofriantes y nada edificantes. El marco para el acto no podía ser otro que el hotel Alfonso XIII. Sabido es que Ussía tiene este establecimiento como residencia oficial en Sevilla. Alguna vez se ha quedado en la mismísima Torre del Oro. Eran los tiempos en que acompañaba al Conde de Barcelona. En el salón, el cartel de no hay billetes y la reventa por las nubes . En primera fila, el alcalde, Juan Ignacio Zoido; el de Huelva, Pedro Rodríguez; Javier Arenas y amigos de siempre como Curro Romero y los Duques de Segorbe. Ignacio Medina y Alfonso fueron compañeros de colegio. Inicié el acto con los oportunos agradecimientos y aseguré con total convencimiento que las aventuras africanas del amo y señor de la Jaralera dejan pequeñas las peripecias de «La Reina de África», «Las nieves del Kilimanjaro», incluso la mismísima «Mogambo». Pasé el testigo a Paco Reyero, que dejó situada la acción, y a partir de ahí Ussía llenó de humor, de ingenio, de carcajadas, el salón. Saltaba de las situaciones del libro, incluso de las más escabrosas –Sotoancho ha tomado las sendas de la sabana y de la lujuria– a las anécdotas personales, que recrea como un gran actor. Éxito total con firma interminable de libros. Como la alegría era grande, el ambiente en los salones y bares del Alfonso era como de día de Feria. Pensé que a lo mejor Montoro tiene razón y no hace falta coger la patera y marcharse como el Marqués a territorio africano.
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