Ana Botella
Rouco Varela dice que la crisis se supera con la entrega de personas honradas
El cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha asegurado que todas las crisis de las sociedades y los pueblos han sido y serán superadas "por la acción y la entrega de personas honradas, sacrificadas, laboriosas y movidas por la caridad".
Así lo ha manifestado el Cardenal en la homilía que ha pronunciado durante la misa que se ha celebrado esta mañana en la Colegiata de San Isidro, con motivo de la conmemoración del día del patrón de Madrid.
La Eucaristía ha estado presidida por Monseñor Rouco Varela y concelebra con los Obispos Auxiliares de Madrid, Monseñor Fidel Herráez y Monseñor César Franco; el Cabildo Catedral y el clero de la Colegiata y sacerdotes del Arciprestazgo.
Entre los asistentes a la misa se encontraba la alcaldesa de Madrid, Ana Botella y miembros de la Corporación municipal.
En su homilía, Rouco Varela ha animado a los madrileños a pedir al Patrón "ayuda e intercesión"para superar los problemas actuales más dolorosos: "la falta de trabajo, la enfermedad, las rupturas matrimoniales y familiares, la tristeza y la desesperanza".
El Cardenal ha destacado en su palabra que "pocos santos han sido canonizados por la Iglesia merced a un clamor popular tan unánime, tan entusiasta y tan tenazmente sostenido a lo largo de los siglos, como ha sido el caso de santo patrón de Madrid".
El arzobispo ha destacado el carácter de santidad de San Isidro y "la paciencia y bondad"de que hizo gala al ser "acusado y calumniado por sus compañeros de trabajo ante el amo de la casa de los Vargas".
Se ha preguntado si "no estará ocurriendo que en esta hora crítica de nuestra sociedad y del mundo"no hará falta santos como San Isidro y ha asegurado que "no es tan excepcional ser 'santo'"porque la heroicidad de personas como el Labrador "es accesible a cualquiera".
Por ello, Monseñor Rouco Varela ha exhortado a los fieles de la Iglesia a ser santos "con la misma sencillez"con la que lo fue San Isidro", pues ha dicho que los frutos que recogerán "serán abundantes y sorprendentes", en la vida privada y en la pública.
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