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Retrato de los «malditos»
Expertos psiquiatras analizan para LA RAZÓN cómo marcó el suceso del 2 de agosto de 2008 la personalidad de los cuatro protagonistas principales de esta truculenta historia
La cara y cruz de una personalidad fuerte
Tenían un marcado carácter, pero vidas opuestas: Neira se codeaba con la jet y Puerta con el lumpen
Madrid- Podrían ser el haz y el envés de una hoja que tuvieron la mala fortuna de coincidir en muy distintos momentos personales. Puerta estaba en plena efervescencia tras escapar de un centro de desintoxicación y Neira regresaba de un tranquilo paseo con su hijo.
Ya en ese instante, no sólo sus costumbres eran opuestas, sino también sus personalidades, aunque ambos tenían un marcado carácter. Así lo explican varios expertos, entre ellos, el psiquiatra forense, José Cabrera.
El profesor centró su vida en cultivarse intelectualmente. Tenía una intensa vida social y ya se codeaba con políticos y la jet set. Antonio Puerta, en cambio, pudiendo haber coincidido incluso en algún sarao con Neira –procede de una adinerada familia– se movía como pez en el agua en los bajos fondos de la droga y la noche. Por eso, el modo en el que les afectó el suceso que marcaría sus vidas no fue igual. La personalidad del profesor apenas se modificó tras todo lo ocurrido, según señalan los expertos consultados. Antes del suceso, Jesús Neira «ya tenía un marcado carácter y una amplia formación cultural que le convertían en una persona muy segura de sí misma que nunca fue políticamente correcto». Más bien, todo lo contrario –llegó incluso a cuestionar la Constitución–.
Las declaraciones y pensamientos explosivos post- el 2-A, coinciden con las ideas que el profesor mantenía antes de su agresión y hospitalización en 2008. «Sus valores básicos no han cambiado en absoluto», señalan los psicólogos. El único problema es que durante su estancia en el hospital no se le conocía. Además, todo lo que él dice se magnifica y analiza con lupa.
Sí es cierto que al principio, su carácter estaba algo amilanado como consecuencia de sus secuelas físicas, pero en cuanto se recuperó, volvió a ser él mismo. Los expertos coinciden en que quizá «sí presenta síntomas de agotamiento por el acoso mediático y esa debilidad le haga saltar con más facilidad. Deja menos margen y es una persona más irritable».
Tampoco, fruto de esa seguridad absoluta en su «verdad» digerió bien la puesta en libertad de su agresor. Casi amenazó al juez y presentó pequeños rasgos paranoides al pensar que Puerta se vengaría de él y que necesitaba un arma para defenrse. Ahora lucha por su vida en la UCI tras sufrir un derrame cerebral.
El «pobre niño rico» se podría aplicar a la perfección a la personalidad del agresor de Neira, según los expertos. «Sufamilia se ha volcado en la educación y el bienestar de su hijo. Su carácter, sin embargo, es errático y su falta de motivaciones pudo introducirle en el mundo de las drogas». Todos coinciden en que su personalidad adictiva, que se observa también en su relación tormentosa con Violeta Santander, le ha impedido llevar una vida ordenada. Incapaz de asumir el control sobre sí mismo y enemigo acérrimo de la disciplina, intenta una y otra vez rehabilitarse. Su sólida familia ayuda, pero siente que les defrauda, sentimiento que le hunde todavía más.
Tras el fatídico 2 de agosto , el dolor se multiplica y él considera que paga injustamente una pena que no le corresponde. Su paso por la cárcel le acerca a su familia y al salir vuelve a intentar recuperar una estabilidad a la espera de su juicio. Pero la dependencia de las drogas marca su trágico final.
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