Castilla-La Mancha
«Y si Bono es la solución»
El presidente del Congreso, José Bono, se ha convertido en los últimos tiempos en confidente de Zapatero.
Quienes se disputaran la secretaría general del PSOE en el XXXV Congreso Federal mantienen ahora un grado de complicidad y confidencia impensable hace diez años. En el entorno del manchego se cuenta que «quiere ayudar al presidente»; en el del leonés, que «la colaboración y el apoyo que ofrece son sinceros». El caso es que ayer volvieron a disparar la rumorología al reunirse otra vez en el despacho de Bono en el Congreso durante media hora. «Si os lo imagináis, acertáis», comentó el presidente de la Cámara Baja cuando los periodistas preguntaron por el contenido y el motivo de su encuentro. Imaginamos, claro, que hablaron de sucesión, de la salud de Rubalcaba, de Vistalegre y de cuánto les dio la gana. Eso lo imaginamos los periodistas, pero algunos socialistas fueron más allá: «¿Y si ahora Zapatero cree que Bono es la solución para el PSOE?». La realidad, en el socialismo, supera a veces la ficción. El que fuera uno de los barones más polémicos del PSOE ha decidido hacer causa con Zapatero hasta que decida su futuro. Después, nadie sabe cuál será su intención, aunque ha dicho que no está en la carrera. De hecho, en las últimas semanas, y en contra de lo que públicamente han pedido algunos presidentes autonómicos, Bono ha sido de los pocos socialistas que han intentado convencer al presidente para que no haga pública su decisión hasta el último momento. Es más, el pasado fin de semana, ante el Comité Regional del PSOE de Castilla-La Mancha, levantó la voz en defensa de Zapatero y su legado político. En presencia de José María Barreda –el más crítico con el el jefe de Gobierno–, Bono pidió a los socialistas que salgan a ganar las autonómicas porque sólo su desistimiento daría la victoria al PP, al tiempo que les emplazó a «ganar sin crucificar a Zapatero». En la misma línea que apuntó en un reciente mitin en Parla, Bono comparó a Zapatero con Adolfo Suárez por los ataques recibidos por adversarios, amigos y compañeros de partido. Advirtió: «No es preciso imputar todos los males de España al presidente del Gobierno, mucho menos crucificarle… No vaya a ser que nos arrepintamos dentro de 10 años como con Suárez».