Atlético de Madrid

Málaga

La estrategia corona al Atlético

El Atlético de Madrid ha goleado al Málaga (0-3), que solloza en los puestos de descenso, y se coloca sexto, a solo dos puntos de los puestos de la Liga de Campeones.

Domínguez celebra su gol junto al Kun
Domínguez celebra su gol junto al Kunlarazon

Los equipos de Pellegrini nunca han tenido en la agresividad una de sus principales características y el Atlético se aprovechó de ello porque el Málaga jugó encorsetado, más pendiente de no encajar que de pegar y cuando quiso darse cuenta del planteamiento fallido el castillo de napies del técnico chileno se derrumbó. Los de Quique, que decidió sentar a Forlán para reforzar el centro del campo, vivieron con más comodidad de la prevista y el par de sobresaltos que rondaron su portería los resolvió De Gea con solvencia. Agarrado a la estrategia y a las cabezas de Tiago y Domínguez, autores de los goles, el Atlético hizo virtud de las faltas que lanzó y se llevó los tres puntos de La Rosaleda tras jugar un partido placentero, en el que no le exigieron demasiado.

Así pues, con la ley del mínimo esfuerzo, con las ideas claras a la hora de controlar al rival, a Quique le salió bien el cambio de sistema. Sacrificó a Forlán –el uruguayo no ha visto la luz de los goles en sus últimos compromisos– y juntó a Tiago, Raúl García y Assunçao con la idea de tener más la pelota, de juntar las líneas y de neutralizar a un Málaga que estuvo siempre en inferioridad en esa zona, que nunca estuvo convencido de lo que hacía, y de ahí que Pellegrini arriesgase en el descanso. El experimento con Iván González como medio centro fue un fiasco y en la segunda parte, cuando ya Tiago había marcado para los madrileños, lo intentó con Fernando y Portillo, con Eliseu y Duda, muy desacertado en los lanzamientos a balón parado, ocupando la banda izquierda.

Y el Málaga fue más agresivo, pero con muchos defectos en defensa. Y en una nueva falta lanzada por Simao, –fue el portugués un magistral lazandor, que participó en los tres goles– Domínguez se aprovechó de las estatuas de Pellegrini –especialmente Kris y Hélder– para sentenciar, abortar la reacción malaguista y darle al Atlético la confianza de que, sin hacer un gran partido, aprovechándose de los yerros del enemigo, iba a solventar la papeleta y olvidarse del sinsabor europeo.

Tiago hizo el tercero y aparecieron Diego Costa y Fran Mérida. Quique, con buen criterio, reservó a Forlán y retiró a Reyes y a Agüero porque el miércoles llega el Espanyol –que ya ganó en el Calderón– para afrontar el primer duelo de una eliminatoria copera que se presenta muy equilibrada e interesante.

La vergüenza torera del Málaga se tradujo en dos acciones ante De Gea, que resolvió con facilidad. La parada más complicada la había hecho el guardián rojiblanco en la primera parte, después de un falta que lanzó Duda con mucha intencionalidad. Eran los coletazos de un pobre Málaga, incapaz de jugar, de moverse con criterio y excesivamente fallón en las acciones de estrategia defensiva en las que el Atlético encontró el pétroleo de los goles.

Para Quique –al que el trivote le falló en Sevilla– el experimento le vino bien. Los jugadores cumplieron, Assunçao pareció recuperado para la causa; la defensa no sufrió ningún sobresalto y Agüero, con Simao y Reyes se movieron con libertad. Tampoco es que hicieran trabajar a Rubén, al que sus defensores le vendieron en los goles. Porque el partido fue un partidito de andar por casa, jugado al ritmo que impuso el Atlético y que no fue para tirar cohetes. Lo mejor, los goles de estrategia.