OPINIÓN: Toyotismo social

Leía hace poco que vivimos en una sociedad que busca la simplicidad (que no sencillez) y la inmediatez como señas de identidad. Esta nueva característica hace que vivamos un proceso en el cual los mensajes pasan de ser constructos mentales organizados a meros eslóganes publicitarios. Sólo desde esta premisa, podemos comprender que el debate sobre inmigración en la última semana, ha estado basado en tres preguntas: ¿Cuántos? ¿Necesarios? ¿se les puede expulsar?

Lo más preocupante es la aparición,como elemento subyacente a estas preguntas, de un fenómeno que podríamos llamar toyotismo social, que implicaría aplicar a las personas el mismo trato que a los stocks, es decir, éstos han de estar entre nosotros sólo «justo a tiempo y con stock cero».

En lugar de hablar de qué tipo de sociedad queremos construir, asumiendo que la libertad de movimientos, en la práctica, no sólo afecta al capital; pretendemos sociedades «toyotistas», en las que pretendemos que las personas se conviertan en una mercancía más, pudiendo regular su presencia(con la excusa de la crisis) a través de la misma «mano invisible» de la que hablaba Adam Smith y que paradójicamente, ha causado el colapso del mundo occidental.

En contraposición, la apuesta socialmente responsable debería ser mucho más pragmática, debiendo hacer hincapié en dar soluciones a una sociedad muy diferente a la de hace menos de 15 años y que nos empeñamos en tomar como referente. Estas soluciones, deberían analizar las políticas europeas de convivencia y de gestión de la diversidad, tratando de definir modelos propios y participados que den respuestas a las personas que residen y colaboran en el crecimiento social y económico de nuestro entorno, ligando su estatus jurídico a su residencia y no a su nacionalidad.