Cataluña

Cosa de trenes por Toni Bolaño

La Razón
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Duran Lleida está preocupado. Desde el 11 de septiembre ha desaparecido. Tuvo que soportar en la manifestación insultos y lanzamiento de monedas por parte de los «demócratas estelados». Es la tolerancia de nuevo cuño. La misma que ha atacado un local socialista. La misma que simula disparar en un programa de TV3 a todo aquel que se sale del carril. La misma que en las redes sociales insulta o amenaza a quién se sale del guión de los que se apropian de «la mayoría».
Duran Lleida no ha estado al pairo por voluntad propia. Su pierna se las ha hecho pasar canutas. Ahora, después de la convalecencia, vuelve a estar en activo. No tiene intención de desafinar en la orquesta que dirige Artur Mas, pero quiere imponer el «seny». No lo tiene fácil. Sus esfuerzos están dirigidos a obtener un buen resultado en las elecciones del 25-N, para que ERC no marque una pauta no deseada; a favorecer movimientos por parte del PP y del PSOE, para que sean conscientes que el actual modelo de Estado se resquebraja a marchas forzadas, y a conseguir que el camino emprendido por los nacionalistas catalanes se cargue de razón, no saliéndose de la legalidad. En estos días, los cantos de sirena procedentes de Madrid auguraban una ruptura de la federación nacionalista. Nada más lejos de la realidad. No tiene intención de hacerles ningún caso, es más, les hace oídos sordos. Duran Lleida sabe que su posición será fundamental para que «el tren no descarrile», en palabras de uno de sus más fieles escuderos. Cataluña está partida en dos por la economía. El 30% de las familias se sitúan en el umbral de la pobreza. El porcentaje sube hasta el 60% si se suman las que tienen problemas para llegar a fin de mes. No quiere volverla a dividir en dos bloques, esta vez con la excusa de los sentimientos, por lo que exige una mayoría clara en el posible referéndum.
Duran Lleida, como buen culé, quiere ejercer de Xavi Hernández, repartir juego y centrar bien la pelota. No encontrará, tampoco, excesivo apoyo en el núcleo duro de Mas, que está más por el fútbol fuerza o por abroncar al árbitro que por tocar el balón. Sabe que le harán muchas faltas y que le machacarán las espinillas. Como Xavi, asumirá toda la responsabilidad. Todo por evitar «el choque de trenes».