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Antonio Garrido: «En la antigua China fileteaban al criminal»

Con firma propiaProfesión: escritor. Nació: en 1963, en Linares.Por qué está aquí: por su novela «El lector de cadáveres» (Espasa). 

«Me atrae lo que hay en la mente del asesino y de quien lo persigue»
«Me atrae lo que hay en la mente del asesino y de quien lo persigue»larazon

–«El lector de cadáveres», la historia de Cí Song, el primer juez–forense de la historia. Vivió en la antigua China. Hoy trabajaría en el CSI Miami, ¿no?
–Sí. Fue un pionero: instauró métodos modernos en medio de la barbarie. Antes de él, para esos menesteres el juez utilizaba a un carnicero.

–Los muertos, afirma, siempre delatan a sus asesinos...
–Y el forense es el encargado de cumplir la venganza del muerto.

–Ha realizado un gran esfuerzo de documentación. ¿Qué le sorprendió?
–El castigo de los mil cortes: fileteaban vivos a los criminales manteniéndolos conscientes hasta tres días. Los cortaban a pedacitos.

–Siempre hemos oído hablar de la refinada tortura china...
–Eran especialistas en torturas, sobre todo, porque, para ser condenado, el criminal debía confesar su crimen. Sin confesión no había condena. Y si moría antes de confesar, castigaban al torturador.

–También eran castigados los jueces que se equivocaban...
–Sí, recibían el mismo castigo que el reo al que habían juzgado mal.

–Refleja la China de 1206. ¿Qué no ha cambiado allí ?
–La búsqueda de la igualdad social. Ya entonces, cualquier persona podía llegar a primer ministro si aprobaba los exámenes. Inventaron la meritocracia.

–Algo que convendría refrescar por aquí...
–Tenemos mucho que aprender de aquella sociedad. Tenían un carné de méritos y deméritos, una especie de carné por puntos. Los méritos eran premiados con beneficios fiscales, vacaciones, títulos nobiliarios...

–¿Y qué pasaba cuando sumaban puntos en los deméritos?
–Llegaban los castigos. El más común era recibir bastonazos.

–Usted no es forense. ¿Le fascinan los cadáveres, la muerte...?
–No. Me atrae lo que hay en la mente del asesino y de quien lo persigue.

–El cadáver de Michael Jackson se exhibe mucho en los medios. ¿Qué se lee en él?
–Que era un infeliz que llevó la felicidad a mucha gente.

–Decía la Sagan que ver de cerca la muerte le quita mucho prestigio. ¿Los lectores de cadáveres no temen a la muerte?
–La temen igual que nosotros. O quizá por saber más la temen más.

–¿Y usted?
–Temo a la muerte porque amo la vida. Los chinos dicen: «Vive cada día como si fuera el último: un día acertarás».

–«La muerte tiene una sola cosa agradable: las viudas» (Jardiel Poncela).