Teatro

Londres

Dos adioses

La Razón
La RazónLa Razón

H ay veces en que la vida resulta muy injusta y un ejemplo lo tenemos estos mismos días en los que todos escribimos de Plácido Domingo y su inminente Boccanegra. No es que el tenor no se merezca mil y un elogios, sino que bajo su sombra no llegan a florecer los adioses a dos grandes figuras de la música como Cesare Siepi y Charles Mackerras. Nadie que haya visto el absolutamente imprescindible dvd de «Don Giovanni» de Furtwängler (Salzburgo, 1954) podrá olvidar a su protagonista, un Cesare Siepi (Milán, 1923- Atlanta, 2010) que no sólo fue un gran cantante, sino también un gran actor. El timbre homogéneo en toda su extensión, la exacta proyección vocal, la estatura y el físico apolíneo hacían de él un artista ideal no sólo para Don Juan sino para cualquier bajo protagonista como Mefistófeles, Felipe II, Boris o Procida. Sir Charles Mackerras (New York, 1925- Londres 2010) deja tras de sí, como Siepi, un ingente material para el estudio, al margen de la anecdótica inauguración sinfónica de la ópera de Sidney (1973). Fue un director personalmente «discreto» –muy valorado por Mortier– al que se asoció mucho con Mozart y Rossini, pero revistió mayor significancia su apuesta por Janácek, Dvorak o Martinou. Las despedidas siempre son tristes, pero en ellas muchas veces se confunden llantos y risas. Por ello no puedo evitar recordar una anécdota de Mackerras y Teresa Berganza. Ambos trabajaban juntos en una ópera, creo que en EEUU, cuando el director le recriminó a la mezzo: «Señora, Rossini no escribió esto como usted lo canta». Berganza le contestó: «Maestro, ayer cené con Rossini y me dijo que lo cantaba exactamente como él lo había soñado» y no se apeó del burro. Cosas de artistas.