Nueva York
El voto de castigo a Obama provoca un histórico vuelco en el Congreso
Barack Obama se enfrenta hoy a los periodistas acreditados ante la Casa Blanca. Les ha convocado a la una de la tarde en la Sala Este después de que los votantes hayan decido el destino del Congreso. El presidente pedirá el fin de la división que ha caracterizado esta última campaña y renovará su compromiso de trabajar con los republicanos para resolver los problemas económicos. Los conservadores se han distinguido por votar en bloque contra todas las iniciativas gubernamentales.
El Partido Republicano (GOP) ha arrebatado este miércoles a los demócratas el control sobre la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos por un margen que podría superar la histórica victoria legislativa que consiguió el partido en 1994, y ha recortado significativamente la ventaja demócrata en el Senado. En estas elecciones legislativas, el presidente Barack Obama ha experimentado el mayor varapalo desde su llegada a la Casa Blanca hace dos años al perder el apoyo del electorado, ahora apático, que una vez le aupó a la Casa Blanca.
La explosión del movimiento Tea Party ha galvanizado la oposición contra el presidente Barack Obama. Dos de los grandes vencedores de la noche, el senador por Kentucky, Rand Paul, y el senador por Florida, Marco Rubio, son grandes defensores de esta corriente, y han prometido trasladar su ideario antigubernamental hasta los pasillos de Washington. Los analistas pronostican, no obstante, que el movimiento se irá diluyendo progresivamente en favor de la aparición de grupos de presión con mayor poder económico, y más integrados en el organigrama de Washington.
Para el 'Grand Old Party', esta noche electoral --que ha batido sendos récords: en gasto de campaña y en seguimiento por Internet-- es el pistoletazo de salida a la carrera por la Presidencia de 2012. Para ese momento, habrán intentado anular en la medida de sus posibilidades las reformas sanitaria y financiera iniciadas por Obama y el Congreso demócrata precedente. El propio presidente, antes de saber los primeros resultados, ya avanzaba que "los republicanos serán capaces de dictar los términos de las conversaciones".
Horas después y con la victoria en el bolsillo, el futuro líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Eric Cantor, hacía válido ese pronóstico, al comprometerse a "trabajar inmediatamente"para recortar el déficit público y el gasto federal "hasta los niveles de 2008". Además, indicó su intención de rebatir el plan de reforma sanitaria, en declaraciones recogidas por Reuters.
Su compañero de filas y hasta hoy líder de la minoría republicana, John Boehner, asumirá la Presidencia de la Cámara en sustitución de Nancy Pelosi, cuyo destino político todavía está en el aire. "Obama ha recibido un mensaje: cambia el rumbo", proclamó Boehner, quien se comprometió a impulsar políticas para recortar el gasto público y reducir las competencias del Gobierno. Poco después recibiría la llamada de felicitación del presidente.
"Está claro quienes son los ganadores, el pueblo americano. Es momento de arremangarse, de dar los primeros pasos para construir el futuro", declaró Boenher, actual líder de la minoría republicana en la Cámara.
VICTORIA HISTÓRICA
A falta de conocerse todavía el reparto concreto de escaños obtenidos en la Cámara, el GOP ha conseguido salvar los 39 necesarios para arrebatar a los demócratas el control de la Cámara Baja. Es más: nuevas proyecciones garantizan al GOP un mínimo de 50 escaños y, según la CNN, fuentes cercanas a la Casa Blanca han comenzado a temer pérdidas históricas de hasta 60 escaños. Se trataría así de la mayor reversión de asientos registrada en la cámara a favor de los republicanos de las últimas décadas, por encima de los 52 escaños perdidos en 1994, durante el mandato de Bill Clinton.
En lo que se refiere al Senado, los republicanos se han quedado a cuatro escaños de la mayoría, pero han conseguido arrebatar seis asientos a los demócratas con las victorias de John Hoeven en Dakota del Norte, Dan Coats en Indiana, John Boozman en Arkansas, Pat Toomey en Pensilvania y Ron Johnson en Wisconsin. En este sentido, ha sido crucial el triunfo del candidato demócrata Joe Manchin en Virginia Occidental para rellenar el asiento vacante dejado por el fallecido Robert Byrd --el senador más longevo de la historia del país--, y cortar la euforia triunfalista republicana. La noche, no obstante, dejaba un último golpe simbólico: el republicano Mark Kirk se hacía con el antiguo escaño del presidente Obama en Illinois, y que cedió cuando asumió el cargo en la Casa Blanca.
Las victorias demócratas en esta noche electoral son escaso consuelo. Vuelve a demostrarse su dominio en Nueva York, con sendas victorias al Senado de Chuck Schumer y Kirsten Gillibrand, así como con el triunfo de Andrew Cuomo a la Gobernación del estado, así como el triunfo del nuevo gobernador demócrata de California, Jerry Brown. También destacar la derrota en Delaware de la candidata republicana al Senado --y presunta aprendiz de brujería en sus tiempos de instituto-- Christine O'Donnell y el triunfo obtenido por el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, que revalida su escaño por Nevada.
Pero los grandes nombres de estas elecciones son los de los senadores Rand Paul y Marco Rubio, abanderados del Tea Party, al que agradecieron su respaldo en sus respectivos discursos de aceptación del triunfo. "Esta noche, el Tea Party es un maremoto, y estamos mandando un mensaje (a los demócratas). Es un mensaje de cordura fiscal, de Gobierno constitucional limitado, y de presupuestos equilibrados", proclamó Paul ante sus seguidores.
Rubio, hijo de emigrantes cubanos, aseguró que "esta noche, el poder en la Cámara de Representantes cambia de manos", pero advirtió que "se cometería un gran error si se creyera que estos resultados suponen un elogio al Partido Republicano: sólo son una segunda oportunidad", en referencia a los pobres resultados de opinión registrados por el GOP en las últimas encuestas.
DESCONTENTO GENERALIZADO
Estas elecciones han demostrado el ciclo melancólico que atraviesan los estadounidenses tras la esperanzadora llegada al poder del primer presidente de raza negra en la historia del país. Así, un 53 por ciento de los demócratas y de los republicanos están descontentos con la labor desempeñada por sus respectivos partidos.
Por contra, un 43 por ciento de los votantes demócratas sí que mantiene una buena opinión de su partido. El porcentaje de republicanos satisfechos es más bajo, un 41 por ciento, de acuerdo con los datos que maneja la cadena CNN.
Los votantes de ambos partidos también han criticado la labor de Washington en sus propios términos: los demócratas, que tradicionalmente abogan por un Gobierno expansivo, creen que no está trabajando lo suficiente. Por contra, para cuatro de cada cinco republicanos, partidarios de restringir en la medida de lo posible las competencias del Gobierno, la Administración y el Congreso se entrometen demasiado en sus vidas.
En estas elecciones, la economía ha sido la preocupación más importante para un 62 por ciento de los encuestados, muy por delante de la sanidad (19 por ciento), la inmigración ilegal (8 por ciento) y Afganistán (7 por ciento). EL DIA DESPUES
El experto en política Jim Kessler cree que Obama "se verá obligado a reorientar su partido "hacia una dirección nueva y moderna", más centrado en el crecimiento que en la seguridad económica", según declaraciones a Reuters.
Kessler, no obstante, minimiza el impacto real de la victoria republicana, y recuerda que el presidente ostenta la capacidad de veto presidencial. Frente a ello, "no es que el GOP pueda hacer mucho. Sin embargo, no anticipo muchos acuerdos en el primer año".
Obama expresará mañana su opinión sobre el resultado de los comicios en un discurso que pronunciará a las 13.00 h. --18.00 h. en España--. A partir de ese momento comenzará a discernirse si el presidente estadounidense será capaz de aplicar sobre su propio partido el eslogan de 'cambio', que le llevó hace dos años en volandas a la Casa Blanca, para llevar a buen puerto una política de reformas cuyo desarrollo se acaba de volver más complicado que nunca.
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