Vacaciones

A Denia con Ángel Gonzalo: A orillas del mar Mediterráneo

Muchos madrileños han huido a su segunda residencia de localidades de la costa como Dénia
Muchos madrileños han huido a su segunda residencia de localidades de la costa como Dénialarazon

Levanta el sol cada mañana desde su limpísimo horizonte azul. Y su fulgor consigue efectos de pócima mágica, capaz de regenerar el ánimo y equilibrar mentes y corazones. Es mi pueblo de adopción, y cuando lo recorro me traslado mentalmente a su esencia ibérica, a la conquista de la Dianium romana, y también al olor a especias de la Daniya árabe, mientras imagino el trasiego de barcos en ese siglo XIX cuyo comercio la hizo trascender de su litoral y abrirse al mundo, siempre vigilada desde la cima por su castillo.La calle Marqués de Campo es la arteria central, jalonada de bancos y tiendas, con edificios de dos alturas pintados de albero, morado y del rojo con el que tiñen las tierras que rodean a esta joya de la Marina Alta alicantina. Se respira por todos lados la atmósfera bulliciosa del comercio levantisco.Pero también hay quien busca el descanso en el anonimato y lo encuentra en los hoteles con encanto alineados en el litoral hacia los acantilados de Las Rotas, a la falda de la cara norte del Montgó. En Denia siempre hay motivo para la fiesta. Y la fiesta allí tiene un aroma inconfundible a pólvora y a manjares de la huerta y del Mare Nostrum, que la convierten en una referencia gastronómica de primer nivel. Por la noche, para los que ya tenemos algunos años, el colofón perfecto a la jornada es una velada de blues o jazz en directo en alguno de los bares de la ciudad. Al día siguiente, el sol vuelve a levantar y sus rayos pincelan unas aguas que invitan a sumergirse en esta verdadera puerta peninsular del Mediterráneo.