Sevilla
Un campamento de rumanos pone en pie de guerra a San Jerónimo
Los vecinos denuncian inseguridad y ausencia de higiene desde la llegada del grupo de gitanos
SEVILLA- En el barrio de San Jerónimo no aguantan más. La violencia, el robo y la falta de higiene se han convertido en habituales desde que hace seis meses comenzaron a llegar varios grupos de gitanos rumanos procedentes de las antiguas naves de Renfe y montaron un importante asentamiento chabolista, localizado en la calle Marruecos, donde viven más de un centenar de personas.
Anoche, un gran número de vecinos se movilizaron ante el campamento para exigir la marcha de estos para poner de manifiesto una situación insostenible. Desde la asociación San Jerónimo-Alamillo anuncian que el nivel de conflicto social va a ir ganando enteros a medida que pasen los días si no llega una solución por parte de las autoridades municipales. De hecho, la propia portavoz de este colectivo, Lourdes Moreno, adelantó que serán «los vecinos los que lo solventen de manera pacífica en un principio y si no hay una solución definitiva, a las bravas». Para los residentes, vivir allí se ha convertido en un auténtico «calvario» desde que el pasado invierno comenzara a llenarse de chabolas el solar de la empresa constructora Azagra, colindante con el cementerio inglés.
Al principio, las primeras familias se asentaron al cobijo de una higuera que hay junto al monasterio de San Lázaro, pero ante la llegada de más gente, el grueso del grupo se trasladó hasta el camposanto para luego llegar hasta los terrenos actuales. Aquí es donde se encuentra uno de los principales escollos para poder lograr su evacuación, puesto que están en un solar privado, pero nadie de la empresa se hace responsable de lo que allí suceda puesto que esta constructora se encuentra en concurso de acreedores. Ésta es la principal argumentación que dan tanto la Policía Local como la Nacional a los vecinos cuando reciben las continuas quejas. «Si estuvieran en la calle sí podríamos hacer algo», asegura Esperanza Moreno que le dicen los agentes cada vez que se pone en contacto con ellos. Al no estar en la vía pública, el problema se agrava sustancialmente, puesto que en principio las autoridades no pueden hacer nada para sacarlos de allí a corto plazo. Mientras, las riñas entre vecinos y chabolistas aumentan debido a que los hurtos no dejan de crecer tanto en particulares como en bares. También se registran peleas entre los propios habitantes del asentamiento, que según manifiestan los residentes pueden ser muy graves debido al consumo del alcohol.
Como otros tantos, está cansada de ver cómo los chabolistas «se dedican única y exclusivamente a robar todo lo que pueden, desde carritos de supermercados hasta mobiliario urbano». Además, cuenta que no queda ningún contenedor de basura. «Lo han robado todo», comenta Esperanza, que recuerda cómo este invierno se llevaron los contenedores llenos de bolsas para hacer con ellas fogatas con las que calentarse durante las noches de frío. Desde que llegaron hace unos meses, a los gitanos rumanos, la mayoría, se les han unido grupos de esta etnia procedentes de Bulgaria y Portugal. Ángel Bordas, miembro de la plataforma «Basta ya de asentamientos», destaca que la inseguridad se ha incrementado notablemente, pues «se lo llevan todo con impunidad, ya sean radios de los coches, hierros o cualquier cosa que puedan vender». Además de frente al asentamiento, los vecinos se manifestaron ante una chatarrería, que es donde venden todo el material expoliado. Bordas, que anuncia que la temperatura de las movilizaciones se va a incrementar si no hay una solución rápida, entiende que pertenecen a una «red organizada que manda a Rumanía lo que roban aquí».
Por las calles han puesto carteles y la decisión está tomada, pues «la gente está muy cabreada, porque se enfrentan con los vecinos y los amenazan de muerte», comenta, mientras que Esperanza pone de relieve la elevada insalubridad que hay desde su llegada. Por su parte, el Ayuntamiento asegura que lleva meses trabajando en la zona y que ha realizado más de once actuaciones en el barrio al tiempo que recuerda que los servicios sociales municipales no pueden entrar en el solar sin una orden judicial.
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