Literatura

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Manostijeras por Enrique Miguel RODRÍGUEZ

La Razón
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Así va a ser conocido si Dios y la recuperación no lo remedian el presidente Rajoy. El hombre por herencia y circunstancia se ve obligado a estar dando tijeretazos a diestro y siniestro. Es más, algunos con sentido del humor, aseguran que a la vuelta de las vacaciones con los kilos que siempre se ganan no hará falta ni la dieta de la alcachofa ni ninguna otra: la dieta que se impondrá será la de Rajoy, con la que adelgazarás en poco tiempo y para siempre. Tampoco esto de los motes es definitivo, recuerden que el clarividente Santiago Carrillo afirmó que Don Juan Carlos sería conocido por «el breve». Y ahí tienen al monarca batiendo el récord como Jefe de Estado del mismísimo General Franco. Pero, yo estoy tumbado mirando desde el chalé de mi amigo Currito, al que auguro una buena carrera cuando sea mayor, ese marco impresionante de Zahara de los Atunes y conviene contar historias más placenteras. Estuve el fin de semana pasado en Sanlúcar. Llegué con esa ansiedad que desde niño me produce pisar esa tierra; me alojé en el Hotel Tartanero, un clásico de siempre, inmediatamente a Bigotes donde Fernando me prepara un almuerzo magnífico pero de barra. Cruzo en la gabarra el Guadalquivir para disfrutar de ese gran lujo que es la orilla de Doñana. Había una novedad, un ciervo, como si estuviera esperando el atraque del barco, con una cornamenta de siete puntas, paseaba tranquilamente por la orilla. Se aproximó cuando se producía el desembarco de turistas como si fuese un buen mayordomo del coto que estuviera recibiendo. Se dejaba acariciar, todos se hacían fotos con él y posaba con gran altivez. Eso sí, no cobraba en metálico pero sí en especies. Aquí un bocadillo, aquí un trozo de queso. Se ha convertido en la atracción de este año en Sanlúcar. Algunos creen que es parte de un reclamo de los responsables del turismo. Simplemente es una belleza de este entorno mágico.