Londres
Los Middleton reyes de las piñatas
Son plebeyos, pero Carole y Michael Middleton se convertirán en yernos de la reina Isabel II con un aval: la empresa de artículos de fiesta con la que se han hecho ricos
Muchos se preguntarán cómo una chica corriente sin ningún tipo de vínculo ni parentesco con la aristocracia ha conseguido enamorar al que será el próximo rey de Reino Unido. Pues bien, la respuesta se encuentra en una piñata. Para ser más concisos, en cientos de millones. Los Middleton eran un matrimonio de clase media que un día decidieron montar un negocio on-line que vendiera todo tipo de artículos para fiestas infantiles. La empresa, «Party Pieces», fue creada en 1987 gracias a la iniciativa de Carole Middleton.
La madre de Kate siempre fue una mujer emprendedora. Muchos consideran que es la piedra angular de la familia y algunos la ven como una persona especialmente ambiciosa. Es más, en los mentideros de Piccadilly Circus se dice que fue ella quien animó a su hija a matricularse en la Universidad de St. Andrews cuando se enteró de que el príncipe Guillermo sería uno de sus alumnos, con la intención de que los jóvenes se hicieran amigos y quién sabe si algo más. Los que la conocen aseguran que heredó el espíritu luchador de su padre.
Ron, el abuelo de la prometida del heredero al trono, dejó los estudios con 14 años para convertirse en conductor de camiones y más tarde montó su propia empresa de construcción en Southall, al oeste de Londres. Carole era su hija mayor. Trabajó en la tienda de ropa C&A y más tarde fue azafata de la aerolínea British Airways, pero siempre supo que quería montar su propio negocio. Fue en la compañía aérea donde conoció a su marido Michael. Corrían los años 70 y él era auxiliar de vuelo. Se entrenó para piloto y trabajó en la oficina de administración de la aerolínea.
Origen aristocrático
El señor Middleton siempre ha sido el más discreto, pero cuando se anunció la boda y los expertos en Casa Real se pusieron a investigar en el árbol genealógico de Kate fue él quien dio la sorpresa. Por su abuela, Michael es descendiente de Sir Thomas Fairfax, de los Tudor.
Según Morris Bierbrier, el que fuera co editor de «Debrett's» – la revista sobre la aristocracia de referencia–, esto convierte a Kate en prima decimoquinta del príncipe Guillermo, por la línea predecesora de Lady Di. Conclusión: la joven estaba predestinada a comprometerse con alguien de sangre azul. Al fin y al cabo, la infancia que tuvo Kate no se diferencia mucho de la de su futuro marido. Desde sus comienzos la empresa familiar funcionó muy bien. Los Middleton, por tanto, pudieron dar a sus tres hijos (Kate, Pippa y James) todo tipo de comodidades y no supuso ningún problema llevar a los tres a colegios privados. Las chuches y los disfraces pagaban matrículas de hasta 585.000 euros (por alumno) y pisos en el exclusivo barrio londinense de Chelsea. Alguna vez se veía por los clubes más pijos de la zona a las dos hermanas de fiesta. Se cuchichea que entre Kate y Pippa existía mucha rivalidad. Es más, dicen que uno de los días más felices de la novia de Guillermo fue cuando consiguió quedarse más delgada que su hermana pequeña. En público, sin embargo, jamás se las ha visto discutir.
Aunque a Kate le encanta la vida de la ciudad, también es una apasionada del campo –afición que hace muy feliz a su futuro suegro–. Por eso no tuvo problemas para adaptarse a Bucklebury, la aldea donde sus padres compraron una moderna casa de cinco habitaciones. La tranquilidad de la zona y los grandes árboles que la rodean fueron claves para garantizar su privacidad cuando salió a la luz su romance.
Los Middleton siempre han contado allí con la fidelidad de sus vecinos. «El problema es que en este país hay mucha gente que aún está obsesionada con las clases y a ellos no les perdonan que vengan de clase social media», se limitó a decir un hombre que quiere mantener su anonimato.
Sus orígenes han dado lugar a todo tipo de frivolidades en la prensa. Muchos les critican que digan «pardon» y «toilet» en lugar de «what» y «lavatory». Hay quien va más allá y saca a relucir que la entrada de su casa está asfaltada y no es de gravilla –como le gusta a la aristocracia–. Los rumores dicen también que cuando Carole conoció a la reina Isabel le dijo «cómo está» en vez de «encantada de conocerla». Pero el encuentro nunca se dió. Es más, los Middleton siempre han intentado no hacer nada que moleste a la familia real. Aún así, siempre hay críticas. La última, hacia James. El hermano pequeño de Kate, que ha montado un negocio de tartas asociado con la empresa familiar, mandó 21 pasteles a la revista «Hello» para celebrar sus 21 años y no faltaron comentarios. A partir de ahora tendrán que acostumbrarse. Es lo que tiene poder romper las piñatas en Buckingham Palace.
El tío díscolo
Como en todas las familias, los Middleton también tienen una oveja negra.Es el único tío materno de Kate, Gary Goldsmith. El hermano de su madre alardeó de sus conexiones reales cuando fue filmado en 2009 por dos reporteros del dominical News of the World que se hicieron pasar por hombres de negocios. Gary les ofreció cocaína y prostitutas y les contó detalles íntimos de la pareja cuando estuvieron en su casa de Ibiza.
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