Éibar

Alcalde de Ermua: las movilizaciones crearon la esperanza de acabar con ETA

El alcalde de Ermua desde hace 21 años, Carlos Totorika, considera que las multitudinarias movilizaciones que se produjeron hace quince años durante el secuestro y asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco crearon "una expectativa y una esperanza cierta"de que se podía "acabar con ETA".

En declaraciones a Efe, Totorika confiesa que vive con "una mezcla de sentimientos"sus recuerdos sobre el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco y todo lo sucedido en la localidad vizcaína entre el 10 de julio de 1997, cuando el concejal del PP fue capturado por los terroristas, y el 13 de julio, cuando murió, horas después de recibir dos disparos en la cabeza.

El alcalde, por una parte, vivió aquellos acontecimientos "con muchísima angustia", al saber que "estaba en juego la vida"del joven concejal, pero, por otra, también con la impresión de que el clamor contra ETA era "masivo", cuando hasta entonces las manifestaciones se celebraban en silencio y por parte de una minoría, explica.

"Lo que se creó en aquellos momentos fue un movimiento social con capacidad de generar cosas muy importantes durante varios años. El hecho de movilizarnos, de gritar, generó una expectativa y una esperanza cierta de que podíamos acabar con ETA. Es cierto que aquel movimiento, por divisiones de tipo partidario, se rompió. Pero creo que claramente fue muy positivo", considera.

El alcalde, del Partido Socialista de Euskadi, recuerda la tarde del sábado 12 de julio de hace quince años, en la que, desde el balcón consistorial, se vio obligado a anunciar a la ciudadanía que se había encontrado el cuerpo de Miguel Ángel Blanco con dos disparos en la cabeza.

"La conmoción fue brutal. Estaba todo el mundo histérico. Entonces bajamos a la calle y nos pusimos al frente de una manifestación, con la que fuimos hasta Eibar -la ciudad guipuzcoana colindante con Ermua- bajo un sol fortísimo", relata.

Aquella marcha pudo, según el alcalde, canalizar el profundo odio que la población sentía hacia la banda terrorista.

"Al menos, volvimos satisfechos de habernos manifestado contra ETA. Se liberó un poco la energía en el sentido positivo, porque, por las caras que tenía la gente, podía pasar cualquier cosa", indica.

Durante aquellos días la ira de la población desembocó en algún episodio violento, como la quema en Ermua de la "herriko taberna"-la sede social de Herri Batasuna- cuyas llamas fueron extinguidas por el propio alcalde y un agente de la Policía Municipal.

"Estando en la puerta del Ayuntamiento, dijeron que estaba ardiendo la 'herriko taberna' de Herri Batasuna. Yo entré en el Ayuntamiento y con un policía municipal salimos corriendo con un extintor cada uno para apagar el fuego, porque, aunque podía parecer que los de Batasuna se lo merecieran, no podía ser que recurriéramos a la gasolina", cuenta.

Quince años después del asesinato que marcó un antes y un después en la historia de la respuesta ciudadana a la banda terrorista, el alcalde asegura que la población lo recuerda, pero existe "un cansancio muy importante en la sociedad, porque la movilización contra ETA nos ha dejado exhaustos a los demócratas".

"La derrota militar de ETA es absoluta y también hemos avanzado algo o bastante en el tema de valores, pero no lo suficiente. En el mundo nacionalista, sobre todo en el de Herri Batasuna, sigue habiendo una ideología totalitaria, excluyente. Hay gente de muchos orígenes que se merecen todo el respeto y están orgullosísimos de la tierra en la que nacieron, pero en Euskadi lo tienen que decir casi en privado", lamenta.