Barcelona
Historia de un desencuentro por Toni Bolaño
Las horas previas de la reunión no dejaban margen al optimismo. Cataluña hará su camino, decía Mas. Apelo a la Constitución, apuntaba Rajoy. El guión se ha cumplido. Aye se escenificó un desencuentro que no afloja la tensión, que desmoraliza, aún más, a los ciudadanos que esperan soluciones y no conflictos, y empeora la ya maltrecha imagen exterior de España. Rajoy esperó a Mas en lo alto de la escalinata de Moncloa. Con este gesto, dejó claro que no iba a hacer concesiones, y no las hizo. No está interesado en abrir un debate sobre el funcionamiento del Estado de las Autonomías. Ha funcionado durante 30 años, pero ahora tiene vías de agua por todas partes que la crisis ha agrandado. Y tampoco el principal partido de la oposición tiene ningún interés. Es una Caja de Pandora que prefieren mantener cerrada aunque sea a costa de aumentar la tensión territorial con Cataluña. Abrirla, aumentaría la tensión territorial a otras zonas del Estado. Además, hay dos convocatorias electorales en marcha, Galicia y País Vasco, que puede Nseguir los pasos de Cataluña.
El interés por llegar a un punto de encuentro tampoco parece tenerlo Mas. No le interesa coser los rotos de este modelo autonómico. Muy al contrario, su objetivo es romper lazos. Su terreno de juego es otro, como se ha demostrado cuando ha bajado a saludar a la manifestación independentista que le ha recibido al llegar a Barcelona. El presidente catalán conocía de antemano el no a sus pretensiones. Aun así fue a la cita, porque era un simple trámite. El Pacto Fiscal era sólo una meta volante en una carrera cuya meta está en la independencia. La próxima semana, coincidiendo con el debate de política general en el Parlament, convocará elecciones anticipadas. Un plebiscito. El 25 de noviembre será el día D y la hora H. Mas quiere liderar así el movimiento nacionalista evitando que el tsunami independentista, que él mismo ha alentado, le pase por encima. También se evita pasar por las horcas claudinas de unos presupuestos que no iban a tener ningún apoyo, ni del PP ni de ERC. Y por si fuera poco, la convocatoria coge con el paso cambiado a los socialistas, que todavía no se han recuperado de la derrota de hace dos años. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. Pere Navarro se ahorrará unas primarias y pilotará una estrategia bajo la bandera del no a la independencia. Además, algunos que han jugado a veleidades independentistas se pueden quedar en el camino. Este nuevo escenario preocupa pero no incomoda al PP catalán. Al contrario, los de Sánchez Camacho van a intentar aprovecharlo porque en este plebiscito la cuestión no será la política económica del Ejecutivo de Rajoy, será la cuestión nacional, y en este punto tienen a su electorado movilizado. Hoy no ha habido sorpresas. Las sorpresas empiezan ahora. Hablan de un choque de trenes. El problema es que dentro van ciudadanos.
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