Barcelona

Qué me compro en Arco

La oferta es tan variada como galerías hay. Cuadros, fotografía, obra sobre papel, escultura... Si su presupuesto no es abultado y quiere empezar una colección, he aquí algunas propuestas. Tiene de plazo hasta el domingo

 
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Nuevo director, dos pabellones sin moqueta y casi una feria nueva, una cita que quiere guardar lo mejor de los 29 años anteriores y desprenderse de los «oropeles verbeneros» de los que hablaba la veterana galerista Juana de Aizpuru. Este año, entre sus novedades, Arco ofrece un servicio para aquellos coleccionistas que desean empezar en el mundo del arte y no saben cómo ni por dónde. Disponen de presupuesto, pero no es el de los grandes coleccionistas. Si usted no es Abramovich y si para desplazarse utiliza, como mucho, su utilitario (lo del jet privado se nos antoja de otro mundo) he aquí alguna orientación para comenzar en el mundo de coleccionismo. Avisamos: dicen que quien lo prueba, repite. Y que, además, crea adición.

La primera pregunta podría ser: ¿Por dónde empezar? «Soporte bidimensional», recomiendan desde la galería Toni Tàpies (Barcelona). Si su presupuesto no alcanza los 500 euros, no crea que se irá de vacío: la obra más asequible de la feria la firma el camerunés Barthélémy Toguo. Cuesta 250, es pintura y la puede ver en la parisina y potente Lelong. Para no iniciados también «dibujos, cuadros pequeños, papel...», sugieren en el estand de Soledad Lorenzo.

Por 420 en AdHoc se podrá llevar a casa «Los incorruptibles», una pieza de Manuela Ribadeneira. Si dispone de 500 euros, el C-Print de Michel Weseley que lleva por título «Stilleben» (2008), y ya por 800, la impresión digital «After Baldessari Whith Eggs», del venezolano Jorge Pedro Núñez, en la galería francesa Crévecoeur.

Empezar con 200 euros

Una lástima que ya haya vendido los diminutos (tan impresionistas como impresionantes) cuadritos de Jerónimo Elespe (6 x 5 centímetros) a 1.100 euros cada uno. Si tiene hasta 10.000 para gastarse, puede adquirirlos de mayor tamaño por 3.600 y 5.800 euros. Los galeristas coinciden, sobre todo, en que «el arte contemporáneo es como la música: o te produce curiosidad o no». Así que, de principio, mejor dejarse llevar por el gusto propio.

En Arco recomiendan que para arrancar una colección «uno puede empezar con 200 euros, que es lo que viene a costar un grabado, aunque si se acude a una galería la cantidad es mayor», dicen en Miguel Portinho, de Lisboa con representación en la feria. Cierto es que no necesitará demasiados ceros disponibles. Entre 1.500 y 2.000 euros es la media más baja.

Si dispone de 5.000 en Marlborough tienen a la venta óleos de David Rodríguez Caballero por ese precio. Si dispone de un bolsillo un poco más saneado, hasta 10.000 euros, no dude en pasar por el stand de Juana de Aizpuru, donde cuelga una serie de cinco fotos de Dora García, representante de España este año en la Bienal de Venecia, precisamente por esa cantidad.

Entre 10.000 y 300.000 (sí, ahí ya se nos ha disparado el presupuesto), el abanico artístico en Javier López es impresionante: Candida Hoffer, Peter Haley, Alex Katz (la mujer con fondo naranja invita a mirarlo durante horas), que son palabras mayores. Si ya estamos en los 40.000 euros, nos toparemos en Raquel Ponce con una obra cuando menos inquietante de Gehard De Metz, en madera de tilo, tamaño casi natural. El artista tiene piezas más pequeñitas (inquietan lo mismo) bastante más asequibles.

Jóvenes y con futuro

La siguiente cuestión está clara: ¿En qué artista invertir? El prototipo es un creador que sea joven. Claro, explican los expertos, que también es cuando uno más arriesga. Lo ideal es estar muy atentos al mercado y hacerse con una obra de alguien que acaba de ser «fichado» por alguna institución. Éste es el caso, por ejemplo, de Philip Fröhlich, que ha vendido una obra a la Fundación Coca Cola, y cuyos óleos aún son asequibles para bolsillos no demasiado holgados. La lista de artistas que no llegan o han pasado la treintena en bastante abultada. Alguno de ellos, recién llegado, ha colgado el cartel de «todo vendido» en forma de puntos rojos.

Tercer interrogante: ¿Cómo orientar la colección? La voz es unánime: a coleccionar se aprende comprando. «Cuando se tiene el fondo suficiente, podrá tirar de un hilo o de otro, es decir, hay quien sigue la carrera de un artista porque compró una de sus primeras obras; por el contrario, otros se dan cuenta de que lo suyo será temático porque han encontrado un hilo conductor en todas sus obras», apuntan desde Toni Tàpies. Desde la catalana Senda, por el contrario, destacan que «cada vez hay más coleccionistas que se decantan por un formato concreto, lo que sucede, bastante, con el vídeo, donde hay verdaderos fanáticos, e incluso con soportes como el papel».


Acrílico por 1.800 euros
La galerista Pilar Serra (en la imagen) se muestra satisfecha y enseña su estand con máximo orgullo. De Lidia Benavides se pueden comprar fotografías por 3.000 euros. Por 1.000 más, unas bellísimas imágenes de las ruinas de Pompeya que firma Eduardo Nave en edición de 3 ejemplares. ¿Y si tengo 2.000 euros y quiero hacerme con un óleo? Nos muestra un acrílico de Adrián Navarro, con técnica digital. El artista vive en Londres y lo envía a España para que los encapsulen. El precio: 1.800 euros cada uno.