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Torrente no te pongas reverente

Desengáñense. La vieja dicotomía izquierda-derecha ya ha caducado. Tampoco tiene sentido la oposición entre rojos y fachas, ni pijos o progres, ni siquiera entre machistas o feministas. Hoy ya sólo quedan dos Españas: la que ha visto Torrente Cuatro y la que se niega a hacerlo aduciendo razones de salud mental.

La Razón
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Decía Machado que una de las dos Españas ha de helarte el corazón, lo cual es un poco pedante y marisabidillo porque ambas pueden mantenernos la víscera caliente en diferentes ocasiones y sin demasiados problemas. Yo vi el primer Torrente y, la verdad, pasé un rato divertido sin perder de vista su carácter de chiste paródico. Un chiste hace gracia la primera vez que te lo cuentan y quizá por eso las secuelas no tuvieron capacidad de movilizarme hasta un cine.

No le veía la punta a que me contaran el mismo chascarrillo cuatro veces. En todo caso, encuentro inocente a Santiago Segura que, al fin y al cabo, no ha engañado a nadie. En el 96, pedía dos mil pesetas por sus cortos y fui uno de los primeros en recoger sus declaraciones para la revista musical «Ruta 66».

El hombre ya decía que hacía películas con la única pretensión de divertirse con los amiguetes y ganar dinero. En un país con tanta tendencia a ponerse falsamente trascendental, eso era una bocanada de aire fresco. Ahora, sin embargo, se ha enfadado porque dice que las críticas faltan el respeto al público. Hombre, Santiago, para uno que había sin pamplinas, no te nos pongas ahora tú reverente. Veremos qué piensas cuando ese público que tanto respetas se descargue gratis tus películas. No creo que vayan a ser pensamientos muy agradables. Otra cosa será que los digas entonces en voz tan alta como ahora, majo.