Roma

Capilla Sixtina reservado el derecho de admisión

El Vaticano restringirá el acceso porque la obra magna de Miguel Ángel corre peligro

Por esta puerta pasan miles de visitantes que dejan una huella biológica que no se puede percibir, pero que altera la temperatura y el equilibrio de los frágiles frescos. Células humanas que están dañando la inmortal presencia divina
Por esta puerta pasan miles de visitantes que dejan una huella biológica que no se puede percibir, pero que altera la temperatura y el equilibrio de los frágiles frescos. Células humanas que están dañando la inmortal presencia divinalarazon

Hace hoy medio milenio, el Papa Julio II, acompañado de 17 cardenales vestidos con «capa festiva», según un cronista de aquella época, inauguraba los frescos realizados en la bóveda de la Capilla Sixtina por Miguel Ángel. Aquel puñado de privilegiados fueron los primeros en admirar una de las mayores maravillas que el hombre ha sido capaz de realizar. Convertida hoy en uno de los grandes polos de atracción cultural y turística del mundo, la Capilla Sixtina recibe alrededor de 20.000 visitantes diarios, lo que supone una amenaza para su conservación. El aliento y calor corporal de los turistas, unido al polvo de sus ropas y a otras partículas que dejan en el ambiente, alteran el equilibrio y la humedad de la sala y ponen en riesgo la supervivencia de las creaciones que Miguel Ángel, Rafael y las de otros genios del Renacimiento que nos legaron.

Masificación
Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos, lleva años dando la voz de alarma sobre este peligro. La última advertencia la dio en una entrevista publicada ayer por «La Repubblica». «Si no se interviene de inmediato con la instalación de un nuevo sistema de climatización habrá que rebajar el número de visitas para no dañar el patrimonio», comentó. El propio Paolucci afirmó a LA RAZÓN en septiembre de 2010 que el problema de conservación viene de la masificación, pues por la sala pasan cerca de 5 millones de personas al año. «La gran cantidad de gente que entra provoca una oscilación en la temperatura y la humedad. El alto número de turistas hace que se depositen sobre las obras de arte polvo, cabellos y células epiteliales que dañan los frescos y amenazan su conservación», advirtió.

Para salvar la Sixtina, los Museos Vaticanos instalarán un sistema que mantendrá la temperatura estable y filtrará el aire de la sala para evitar el polvo y las partículas dañinas. La última alarma del responsable de la conservación de estos tesoros hay que interpretarla en parte como una queja por el retraso que ha sufrido la puesta en marcha de este sistema. «Esperábamos terminarlo antes de fin de año, pero no será así», se lamentó Paolucci en «Il Messaggero», señalando además que la financiación no depende de recursos propios, sino de una organización benefactora estadounidense. Cuando llegue el dinero y se ponga en marcha, la situación de peligro habrá pasado. «Una vez que concluyamos el proyecto, realizarlo será rápido», tranquilizó.

Los problemas de conservación de la capilla no son exclusivos de la actualidad. Durante sus casi 530 años de historia ha estado en varias ocasiones a punto de venirse abajo. Terminada de construir en 1484 por orden del Papa Sixto IV, tío de Julio II, casi desde el principio tuvo problemas de grietas. Precisamente, el encargo a Miguel Ángel de decorar con frescos la bóveda viene de una de las rehabilitaciones de la más célebre de las capillas.

En 1522 la Sixtina dio el primer susto grande a un Papa. En la noche de la Navidad de aquel año, Adriano VI debió de ver con estupor cómo caía el arquitrabe de mármol de una de sus puertas, que acababa de atravesar. El Pontífice resultó ileso pero a dos guardias suizos que le seguían la lluvia de cascotes les costó la vida. Un año después, mientras los cardenales electores participaban en el cónclave del que salió elegido Clemente VII, aparecieron más grietas. Eran un anticipo del derrumbe parcial que se iba a producir en 1526 sobre el muro de la puerta principal. Siguieron varios trabajos de rehabilitación hasta que en 1565 se abrieron nuevamente unas gigantescas grietas en el techo de la Sixtina, mientras abajo los cardenales elegían Papa a Pío V. Pocos meses después ya estaban levantados los enormes contrafuertes a los lados del edificio que, pese a su poca vistosidad, han permitido que la Sixtina llegue hasta nuestros días y que hoy Benedicto XVI pueda celebrar en ella una misa para conmemorar el aniversario.