Barcelona

Mendigos fuera de la calle

En los últimos años la crisis, entre otros factores, ha provocado un aumento del número de indigentes que duermen en las calles de muchas ciudades españolas creando, en ocasiones, importantes problemas de convivencia con los vecinos.

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Precisamente para atajar esta lacra social el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, realizó ayer una petición no exenta de polémica: reclamó a los líderes nacionales del Partido Popular que incluyan en su programa para las generales del año que viene una ley que otorgue potestad a los municipios para retirar de las calles a los «sin hogar».

Se trataría, según el regidor madrileño, de lograr que nadie pueda realizar «un uso privativo» del espacio público y de que las administraciones locales dispongan de recursos sociales necesarios para mejorar los casos de exclusión, no de mover a los «sin hogar» de unos puntos de la ciudad a otros. Además, agregó el regidor madrileño, el marco legal que solicita para poder regular el uso que los ciudadanos hacen de sus calles también podría tener aplicación en otros ámbitos como la lucha contra comportamientos delictivos o que perturban la convivencia ciudadana.

Hasta ahora, los ayuntamientos no tienen ninguna capacidad legal para imponer la entrada en albergues públicos a los indigentes. «Es un debate para toda España. Tenemos que aprobar una ley estatal que establezca que, cuando hay recursos públicos gratuitos y suficientes, sea obligatorio abandonar la vía pública», aseguró Ruiz-Gallardón, que recogía con sus declaraciones la queja de un vecino del centro de Madrid durante un acto de precampaña.

No es la primera vez que el alcalde de Madrid solicita la puesta en marcha de una medida en este sentido. Ya en 2004, nada más llegar al Ayuntamiento, creó la campaña contra el frío para sacar de las estaciones de metro a los indigentes que dormían en el lugar. Siete años después, el último balance de este programa de atención al «sin hogar» durante el invierno, que se inició en noviembre y concluyó a finales de marzo, ha dejado un saldo de 1.522 personas atendidas en albergues. Una prestación que el año pasado, sólo en la capital, precisó de un presupuesto de 14 millones de euros, informaron fuentes municipales.

Barcelona, ciudad pionera
En el resto de las principales urbes españolas, el reclamo de Gallardón de una ley estatal que permita desplazar de la vía pública a aquellas personas que hagan un uso indebido de la misma no ha dejado indiferente a nadie. Especial atención merece el caso de Barcelona, pionera en instaurar una ordenanza municipal para combatir la mendicidad.

Sin embargo, desde la ciudad condal, fuentes del Ayuntamiento tratan de desmarcarse de la iniciativa del regidor madrileño y explican que en su caso, lo que tratan de evitar son las conductas de «mendicidad insistente, intrusiva, agresiva u organizada, no multar a quienes no tienen nada». Las sanciones van desde 120 euros por obstaculizar la circulación hasta los 3.000 euros por emplear a menores de edad para ejercer la mendicidad.

Actualmente hay unas 800 personas que duermen en la calle en Barcelona, pero desde el Área de Acción Social y Ciudadanía señalan que existen plazas suficientes para dar cobertura a todos ellos en albergues. Además, un equipo de 50 personas sale cada noche a recorrer la ciudad para tratar de convencer a aquellos que duermen al aire libre, de que acepten acudir a alguno de los albergues disponibles a tal efecto.

Por su parte, el delegado de Bienestar Social del Ayuntamiento de Sevilla, Enrique Lobato, rehusó hacer valoración sobre la propuesta «hasta tener un conocimiento más amplio de la misma». Aunque la capital hispalense carece de información respecto al número de personas que viven en sus calles, la ciudad cuenta con 300 plazas en albergues, 185 de ellas de titularidad municipal. Mientras, el Ministerio de Sanidad afirmó ayer que no va a hacer declaraciones sobre este particular.

En las calles españolas viven cerca de 30.000 «sin techo». Según el estudio «Balance de la campaña contra el frío 2010-2011», elaborado por el Consistorio madrileño, podría establecerse un perfil: varón, extranjero y de unos 40 años. Desde la ONG Solidarios para el Desarrollo, calculan que sólo en Madrid hay 2.000 «sin techo». Así, no todos tienen hueco en las cerca de 1.500 plazas que ofrecen los albergues de la capital.

«A la fuerza»
«No podemos dirigirnos a una persona y decirle: ‘‘Por la fuerza, te vas donde yo te diga''. Las personas sin hogar no son delincuentes. No están en la calle porque quieren», apunta Jesús Sandín, coordinador del programa de apoyo a los «sin techo» de la ONG y presidente de la Federación de Entidades de Apoyo a las Personas Sin Hogar (FEPSH). Por ello, estima que a las ONG, las declaraciones de Gallardón les «han sentado mal, sin excepción».

Sólo en Madrid, Solidarios para el Desarrollo atiende a 300 personas al día. «El problema de Madrid es que los albergues ya están llenos», afirma Sandín, que recuerda que «la responsabilidad de la gestión de las personas sin hogar depende del Ayuntamiento». Por ello, el alcalde «debería saber con qué recursos se cuentan». Con todo, son muchas las personas sin hogar que prefieren no acudir a los centros. «En la calle, tú escoges con quién duermes, y la intimidad también está limitada. El problema se solucionaría con un modelo de albergue distinto. Aquí es propio del siglo XIX», añade.

«Antes era banquero, tenía de todo y ahora pido alimentos para poder vivir»
Hace poco más de un lustro, Diego Salcedo trabajaba en el mundo de la banca y tenía un negocio que iba viento en popa. Su poder adquisitivo le permitía lucir coches de alta gama, cenar en restaurantes exquisitos y viajar por todo el mundo. «Vivía a cuerpo de rey, no me privaba de nada. Nada me hacía temer que la situación pudiera cambiar», señala apenado. Sin embargo, la mala suerte y una pésima administración de sus bienes le han hecho pasar del todo a la nada. «Mi familia y mis compañeros de trabajo me han dado la espalda y ahora me veo obligado a visitar los programas de reparto de alimentos para poder vivir», informa A. Robledo.