El espejo del alma

Mariló Montero y Rocío Crusset: del «lifting» a la naturalidad

¡Madres que parecen hijas! ¿Es cosa de la cirugía o han encontrado algún elixir de eterna juventud?

Mariló Montero y Rocío Crusset
Mariló Montero con falda de lunares.Gtres

Mariló Montero es navarra, natural de Estella, rompeolas de lo vasco, lo riojano y lo aragonés. Ha sido siempre un cóctel termonuclear que no pasa desapercibido. Su voz ronca y sensual de fumadora precoz le aseguró pronto un puesto en una emisora de radio local. Todavía estudiante de BUP, ganó el certamen de Maja de España, en 1984. Enseguida llegó su exitoso peregrinaje mediático aupándose a mito periodístico y paradigma de una belleza asequible, pero distante. Ha sabido, con algún tropiezo, aplicar tratamientos estéticos no invasivos y sin «huella estética» que le permiten continuar estupenda a los cincuenta y muchos años. Pero su belleza actual se aleja de aquel rostro asimétrico y asilvestrado. Hace cinco años apareció algo artificiosa y muy hinchada por un lifting facial innecesario del doctor Juan Peñas. Antes de esto se aplicaba plasma para dar luz a su piel y regenerarla. Ahora no le falta el cóctel vitamínico y de polinucleótidos que le aplica el dermatólogo Pedro Jaén, con exclusivas fórmulas magistrales que le realizan en la farmacia. Su punto débil son las manchas, sobre todo en las manos. Ya no quiere tratamientos estéticos agresivos y acude a Maribel Yébenes a realizarse los tratamientos más punteros, como el llamado «emface submentum», que reduce el doble mentón en veinte minutos.

Mariló Montero
Mariló MonteroGtres

Se cuida con un entrenador personal a las cuatro de la mañana, con una fuerza de voluntad de hierro envidiable. Se dice que Federico Mayo le remodeló el pecho. Fuma mucho y se perfuma con Shalimar de Guerlain para no oler a tabaco. La peina y le da el color Luz Valero, peluquera de cámara de Doña Letizia. Esta conquense de 50 años que trabaja en RTVE es la responsable de su imagen. ¡Y a por otros 59, Mariló! En su noble aspiración acorta distancia con su hija, Rocío Crusset, pero sin rivalizar. Esta ha heredado de su madre un punto de belleza salvaje e inusual.

El look de Rocío Crusset para una tarde de toros.
El look de Rocío Crusset para una tarde de toros.Gtres

En su legado consta también una férrea voluntad, rayana en el fanatismo, y la obsesión por el autocuidado y la belleza perdurable y eterna. Ambas son una mezcla de acero y nubes. Sin embargo, la hija dosifica sabiamente sus apariciones públicas. Una manera natural de sortear cualquier tentación de comparación.