Huesca

Una «road movie» a «3000» metros

Las cámaras ya se han apagado y ahora toca montar ese mosaico de imágenes que conformorán la ópera prima de Javier Asenjo y Miguel Ángel Pérez. Después de varias semanas rodando en el entorno del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (en Huesca), el equipo de «3.000», protagonizada por los jóvenes Elisa Drabben y Lucas Utray, había conseguido «domesticar» un pequeño espacio en la montaña pirenaica y convertirlo, no sólo en el escenario del largometraje, sino también en un hogar, algo salvaje y traicionero, pero, a pesar de todo, su refugio.

El largo se ha filmado en el Parque Nacional de Ordesa
El largo se ha filmado en el Parque Nacional de Ordesalarazon

En el fondo, todos se han dejado contagiar por el espíritu del esta película –producida por Karma Films–, que lleva impreso el encanto de las road-movie, aunque con la particularidad de que el viaje de búsqueda y exploración se traslada a 3.000 metros de altura. El argumento, en clave de comedia, habla sobre la amistad y la superación, pero también sobre esa asignatura pendiente para todos, en perpetua suspensión, que acaba teniendo efectos catárticos cuando uno se atreve a afrontarla. Los directores apenas necesitaron una semana de retiro en la costa para bosquejar el guión: «La ventaja es que sabíamos de lo que estábamos hablando», comentan. No es de extrañar, ya que la película está inspirada en la relación de ambos y su experiencia como "scouts"durante la adolescencia.

«Cuando dices scout la gente piensa en los americanos, pero yo estuve en un grupo de Carabanchel, en plena Transición, que no tenía nada que ver con ellos», explica Pérez. De hecho, más que una actividad de recreo, aquella experiencia acabó conformando en ellos una filosofía de vida. El primer objetivo era crear el guión para que lo dirigiese otro realizador. Pero, después de muchas complicaciones y tras buscar subvenciones y acabar con un presupuesto «ajustado» entre las manos, se animaron a asumir también la dirección. «Todo lo que me dijeron cuando estudié cine sobre lo que no se debía hacer en una primera película lo estamos haciendo. Tenemos más de 120 localizaciones y el 80% son exteriores, estamos rodando con niños y con un perro, y además, ¡tuvimos que subir un pico de 3.000 metros!», comenta Asenjo.

Debían tener en cuenta hasta el mínimo detalle porque, en plena naturaleza, los problemas de raccord se duplican y, por ejemplo, hay que vigilar que el moreno de los protagonistas no desvele los saltos del plan de rodaje. Y es que, a 3.000 metros de altura es la naturaleza la que domina. Tanto es así que el miedo al deshielo adelantó la escena final, que fue una de las primeras en grabarse, según admiten: «Pasamos cinco días en la cima y nos sentimos como en la película "Viven"».