Benedicto XVI

Impulsados por la ilusión por Rafael RUBIO

Ilusionados Firmes en la fe. Dos millones de jóvenes procedentes de todo el mundo tomaron Madrid en una fiesta de esperanza. Indignados. Fueron su reverso. En su enfrentamiento con los peregrinos mostraron su peor cara.
Ilusionados Firmes en la fe. Dos millones de jóvenes procedentes de todo el mundo tomaron Madrid en una fiesta de esperanza. Indignados. Fueron su reverso. En su enfrentamiento con los peregrinos mostraron su peor cara.larazon

«Hemos vivido una aventura juntos». Estas palabras pronunciadas por el Papa Benedicto XVI hace unas semanas en Madrid podrían servir como recordatorio sobre la importancia de apostar por los jóvenes, convencidos de su capacidad para afrontar el futuro. Habíamos vivido unos días en los que los jóvenes se habían convertido en los principales protagonistas de las actividades que se celebraron durante una semana. Madrid había vivido una invasión pacífica de jóvenes que sorprendió hasta a los más escépticos.
¿Qué era lo que más sorprendía de esta ola de juventud? Principalmente su sonrisa, la sonrisa de miles que hablaba de su alegría, generosidad, solidaridad y esperanza. Los jóvenes reivindicaban su momento y derribaban el mito de la generación perdida, regalando a los millones de personas que lo seguían atentos la semilla de la esperanza.
Son muchos los que han comentado que durant esos días en Madrid parecía que la crisis había desaparecido, que se veía luz al final del túnel. Y no era una falsa ilusión de los que no son conscientes de las numerosas dificultades que tienen por delante, sino la certeza de que hay un camino que recorrer con optimismo, una receta para sacar adelante un mundo como el que tenemos, y de que sólo con esperanza se puede afrontar el futuro.
Tenemos mucho que aprender de los jóvenes. De su generosidad y solidaridad, que ha permitido que miles de sus coetáneos se hayan beneficiado de asistir a esta JMJ. Jóvenes que por sus propios medios no podían permitirse este viaje han sido ayudados por pequeños donativos hechos por los que sí podían donar apenas 10 euros. Esta corriente de solidaridad también hará que se conviertan en una realidad dos proyectos sociales en Madrid y en Río de Janeiro.
Jóvenes que demostraron que personas de distintas razas, culturas, religiones pueden convivir en paz; que nos devolvieron la ilusión al ver cómo un país, cuando deja a un lado sus diferencias, es capaz de superar todas las dificultades y provocar la admiración de medio mundo por la organización de un evento de esta envergadura; que nos ayudaron a volver a creer que los jóvenes cuando se ponen a trabajar juntos, impulsados por su fe, son capaces de alcanzar metas que parecen inalcanzables.
Benedicto XVI lo resumía así: «Nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor». La semilla de esa llamada seguirá impulsando durante mucho tiempo el corazón de muchos.


Rafael Rubio
Director de Comunicación de la JMJ