Burgos
Un peregrino llamado Martin Sheen
Ni el tapizado del sofá ni el resto de la decoración de la sala del hotel donde nos recibe desentonaría en «El ala oeste de la Casablanca». Martin Sheen se quita la chaqueta y parece dispuesto a comenzar una reunión sobre cómo salvar las pensiones de esas que ha protagonizado en la serie de Aaron Sorkin, pero ni nosotros queremos hacer de asesores ni él mantiene el gesto de presidente demócrata que tanta visibilidad le ha dado.
No para de hablar porque para él esto no es sólo la promoción de la nueva película que protagoniza, es un ajuste de cuentas con su pasado.
«Mi padre nació el dos de julio de 1898, el mismo día que Estados Unidos le declaró la Guerra a España», aduce Sheen como leit motiv lejanísimo de este filme. Tiempo después, como tantos otros gallegos, aquel hombre empaquetó la morriña para hacer las Américas. En 1969, cuando aún le faltaban diez años para protagonizar «Apocalipsis Now», conoció por primera vez la aldea donde había nacido su padre junto a sus dos hijos. Durante los 80, a Sheen le empezaron a llegar noticias de que la fama del Camino de Santiago había vuelto a tener una fuerza similar a la de siglos anteriores, y en 2003, aprovechando que su familia se había reunido en Irlanda para celebrar el centenario del nacimiento de su madre, les propuso hacer una parte de la ruta: «Nadie aceptó excepto un amigo y mi nieto Taylor, el hijo de Emilio, que entonces trabajaba para mí y no tenía otro remedio», continúa al actor. Ante la falta de tiempo, decidieron hacerlo en coche. A la vuelta, Sheen instó a su hijo Emilio a que escribiera una historia que transcurriese de albergue en albergue.
Primera ficción en la Catedral
En el filme, el camino une a cuatro personas que nada tienen que ver entre sí: un prestigioso médico norteamericano que empieza la ruta jacobea para homenajear a su hijo, que murió en la primera etapa; una canadiense de mediana edad, ya de vuelta de todo, especialmente de su relación con los hombres; un holandés deseoso de descubrir si en España todos los días es San Fermín, y un escritor británico abandonado por las musas. «Quería contar "El mago de Oz"a mi manera. La historia de cuatro personas que no se soportan, pero que acaban dándose cuenta de que se necesitan», tercia el director.
Aunque el final de la historia estaba claro, el destino quiso ponerle emoción al rodaje, pues hasta dos días antes de su entrada en Santiago no llegó el permiso para rodar en la Catedral: «El momento más emocionante fue cuando cruzamos el Pórtico de la Gloria. Nos convertimos en el primer equipo de ficción en filmar allí», dice Sheen, que ha contado con un respaldo económico importante de la Xunta de Galicia para financiar el largometraje.
Fiesta gitana en Burgos
El estreno supondrá una buena campaña del Camino en EE UU, aunque Sheen ensalza su carácter espiritual: «Es una buena metáfora de la vida, un trayecto que se debe hacer solo, pero en comunidad. Es además un esfuerzo por unir la parte corporal y la espiritual, pues durante el trayecto sabes a dónde te diriges físicamente, pero no dónde va a acabar tu espíritu». Para Estevez el equilibrio entre la ruta de viajes y el camino religioso se ha logrado porque tenían que conciliar los intereses del padre y del hijo: «Es católico y yo no, a mí me interesaba sobre todo el modo de vida español, pero él pretendía pararse en cada iglesia que veía».
Para evitar incongruencias como poner de plato típico la morcilla en León, Emilio Estevez estuvo cinco veces en la ruta. Además, contó con el asesoramiento del equipo técnico español: «Lo único que no me perdonaron fue que localizara una fiesta gitana en Burgos, pero les dije que el relato era mío y podía permitirme licencias poéticas», concluye Estevez. Para ser sinceros, tampoco resulta especialmente verosímil el trato que ofrece la Policía española al personaje de Sheen por una simple borrachera. Cosas del Camino.
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