Crisis económica

Ocho millones

La Razón
La RazónLa Razón

En 1619, ya avanzada la crisis económica del siglo XVII, Sancho de Moncada, un buen conocedor de la sociedad española, gran patriota preocupado por la situación de su país, escribió: «No tenemos en qué trabajar». El diagnóstico era certero. Los españoles no encontraban trabajo. No era que no quisieran trabajar, ni que hubiera un defecto genético en la «raza española» que se lo impidiera, ni que el hecho tuviera causas culturales o religiosas sobre las que se han vertido, y se siguen vertiendo, especulaciones a cuál más pintorescas. Era que la política del gobierno destruía empleo y los que querían trabajar, herederos de quienes habían hecho de España uno de los países más ricos de Europa y la gran superpotencia global de la época, no encontraban trabajo ni forma de crearlo.

Con todas las diferencias que se desee, que son gigantescas, otro tanto nos pasa ahora. Estamos entre los quince países más ricos del mundo. No se llega ahí sin trabajar, y los españoles venimos trabajando mucho, y muy bien, desde los años 40 del siglo pasado. Que se lo pregunten a nuestros padres y a nuestros abuelos, a la generación que hizo la Transición y a la que protagonizó el despegue de finales de los 90. Ocurre, sin embargo, que las políticas seguidas desde los años 70 han impedido que nos acerquemos al pleno empleo y han creado un paro estructural muy alto, absurdo desde todos los puntos de vista. La actitud del Gobierno socialista en estos últimos ocho años ha agravado la cuestión y hemos llegado, como siempre que se juntan crisis económica y gobierno del PSOE, a la situación actual. González acabó con 3.540.000 parados, un 22,1 por ciento. Rubalcaba y Rodríguez Zapatero, con 4.978.300, un 21,52%.

¿Cuáles son las medidas que Rubalcaba propone para acabar con esta situación? Si se lee el programa del PSOE y nos atenemos a lo declarado por el candidato socialista en el debate televisivo, la conclusión está clara. Rubalcaba no propone nada. No hay el menor atisbo de reforma del mercado laboral. No hay ningún fomento real al empleo, fuera de nuevas regulaciones que acentuarán aún más la aversión a contratar que cunde hoy en nuestro país. Los socialistas no piensan reducir en lo más mínimo el actual intervencionismo del Estado. Al contrario, lo aumentan: habrá más impuestos, más agencias estatales, más sustracción de los recursos sociales por los gobiernos, más impedimentos a la creación de empleo. Tampoco piensan racionalizar el mercado interior ni aliviar las aplastantes trabas regulatorias que lo lastran.

El programa de Rubalcaba evidencia la negativa a cualquier reforma, a cualquier cambio. Tenemos que seguir como estamos. El resultado es fácil de prever. Hoy tenemos casi cinco millones de parados, a razón de algo más de un millón al año desde 2008. Si los socialistas consiguen parar las reformas necesarias, el año que viene habremos alcanzando los seis millones y al final del otro rondaremos los ocho. Ocho millones de parados. Socialismo en estado puro.