NBA
Lebron se queda sordo
Vestido de negro, con unos auriculares enormes escuchando música, Lebron James entraba en el Quicken Loans Arena como si nada.
Abstrayéndose de todo lo que le esperaba dentro de un pabellón que fue su casa durante siete años y que el jueves visitó por primera vez con una camiseta diferente, la de los Miami Heat. Desde su anuncio televisivo en el que desveló su decisión de dejar los Cavaliers hace cinco meses, Lebron se convirtió en el enemigo número uno de la ciudad. Quedó demostrado en el partido.
La movilización «anti Lebron» de los días previos a su visita obligó a doblar y hasta triplicar en algnos casos la seguridad para evitar incidentes. Una fila de guardaespaldas de dos metros flanqueaban a Lebron en el banquillo. Afortunadamente no se produjo ningún incidente destacado, más allá de la hostilidad con la que los fans recibieron a su ex ídolo.
Las antiguas camisetas de Cleveland con el número «23» proliferaron en «The Q», pero una enorme cruz tapaba el dorsal y el nombre de James. La palabra «traidor» se podía leer por todas partes. Decenas de pancartas poblaron las gradas. Cada vez que Lebron se hacía con el balón, más de 20.000 personas agitaban un pañuelo blanco en señal de protesta y proferían cánticos como «¡Akron te odia!». Akron es una localidad cercana a Cleveland donde nació Lebron y donde aún vive parte de su familia.
Ajeno a todo, James firmó su mejor actuación de la temporada, con 38 puntos, y celebró todas sus canastas con más rabia de lo habitual. «No era nada personal», dijo luego. Lo pareció.
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