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Políticos y caníbales

La Razón
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Desde el comienzo de la crisis, los ciudadanos miraron a los políticos y éstos señalaron a los financieros especuladores, como si una jauría de hienas tuviera buena educación y se apiadara de los cadáveres del camino. Los políticos los culparon por si la turba cambiaba de dirección y arrasaba las cenizas de Lehman Brothers. Era una forma de lavarse las manos pero, como dijo Sartre, lavarse las manos es, a su vez, una forma de ensuciárselas. Desde entonces, la explicación ha basculado como un absoluto: o la culpa es del dinero caníbal o de los dirigentes estultos. Sin medias tintas: o de uno o de otro. El análisis no contempla una concatenación de culpables, que es lo que realmente ha pasado, una connivencia, un compadreo, un juego de intereses compartidos. La explicación general se compadece de la visión del hincha ante la crisis: «yo soy de los que cree que la crisis la causaron los banqueros» contra el «yo soy de los que creen que la crisis la provocaron los políticos». En España, los líderes del movimiento 15-M han esquivado toda responsabilidad de ZP, como si no fuera un presidente del Gobierno, sino un alcalde pedáneo que sólo puede encogerse de hombros mientras el universo cae sobre nuestras cabezas. Cuando en 2008 el baile de quiebras iba a empezar, la francesa Lagarde le dijo a las autoridades financieras americanas: «Se aproxima el mayor tsunami de la historia y ustedes sólo están preocupados por el color del bañador». El vaticinio también vale para nuestro presidente.