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F. C. Barcelona

Real Sociedad-Sevilla: estresante bipolaridad (2-3)

La delantera del Sevilla reparó su desastre defensivo. Luis Fabiano y Kanouté remontaron en dos minutos

Diego Rivas y Luis Fabiano intentan controlar el balón
Diego Rivas y Luis Fabiano intentan controlar el balónlarazon

El Sevilla se llevó los tres puntos merced a su tremenda pegada. Lo que no esconde una estresante bipolaridad de la que, esta vez, salió cara. Son dos Sevilla en uno, partido por la mitad. La buena, la de arriba. La mala, la de atrás. Endeble, la defensa nervionense resucita a cualquier contrario. Y si encima éste es aguerrido e intenso en su juego, la debacle está cantada. Los dos últimos partidos con la portería a cero era una renta tan exigua como ficticia. Así lo entendieron los realistas y lo demostraron pasados los 20 minutos.
De ida y vuelta, el partido era atractivo, pero le faltaba la guinda del gol. La puso primero Rivas con un precioso derechazo a la base del palo izquierdo de Palop. Solo como la una en la frontal, el manchego se aprovechó de la pasividad defensiva sevillista para firmar una alegría efímera, pues en la siguiente jugada brilló la faz competitiva del cuadro de Manzano. La protagonizada por sus mejores jugadores, aunque Navas no intervino. Tres toques: córner de Perotti al segundo palo, cabezazo de Luis Fabiano al corazón del área y «latigazo» de Kanouté. Simple y demoledor. Sencillo e inapelable para un marcador que hacía justicia a lo visto, que no era mucho pero sí entretenido. Visión divertida del fútbol que la esperpéntica zaga sevillista llevó hasta sus últimas consecuencias permitiendo el 2-1 de Llorente justo antes del descanso. De un pelotazo en defensa, el ariete sacó petróleo entre dos centrales de cartón piedra.
La buena noticia para la afición del Sevilla es que su delantera también se afanó en hacerlo bonito. Y efectivo. Dos zarpazos, con Negredo ya en el campo, a la desesperada, lo demostraron. Otra vez a la salida de un córner, remachado ahora por Luis Fabiano, y después de una contra culminada con sangre fría por el incombustible Kanouté. Dos minutos de gloria para disimular las sonrojantes carencias y sumar tres puntos con los que mirar a Europa. A costa de una Real a la que no le bastaron los favores del rival para romper una dinámica negativa: cuatro derrotas seguidas.