Buenos Aires
Honduras: la peor Policía del mundo
El secuestro y asesinato del periodista Alfredo Villatoro, jefe de Informativos de la principal emisora de radio hondureña, ha eclipsado el de otro colega, Erick Martínez Ávila, activista homosexual y portavoz de la asociación de «Gays, Lesbianas y Transexuales» de Honduras. Hay que tenerlos muy bien puestos para defender públicamente los derechos de estas personas en un país donde a los travestis se les despacha con un tiro en la cabeza a la orilla de cualquier cuneta. Ya han sido asesinados 21 homosexuales en menos de tres años. A Erick, que iba a cumplir los 33 y se presentaba como candidato de una formación de izquierdas a las próximas elecciones, prefirieron estrangularlo y arrojar su cuerpo a una alcantarilla.
Decenas de periodistas asesinados y ni una sola condena
Esto ocurría el siete de mayo, el mismo día que un grupo armado se llevaba en una furgoneta a Alfredo Villatoro. Tenía 47 años, casado y con tres hijos, católico practicante y uno de los informadores más influyentes en ese desgraciado país. Su cadáver, con dos tiros en la nuca, fue hallado una semana después en una cuneta a las afueras de Tegucigalpa.
Erick y Alfredo hacen los números 22 y 23 en la lista de periodistas hondureños asesinados desde 2010. Sólo México tiene más víctimas entre los de nuestro oficio.
Lo indignante es que todos estos crímenes permanecen impunes. La Policía de Honduras ha sido incapaz de resolver ni un solo caso. El único intento serio de investigación, la muerte del locutor David Meza Montesinos, acabó con la absolución por los jueces del principal acusado, un jefe de la «Mara–18», al que se pretendía cargar el muerto, y nunca mejor dicho. Su abogado, José Ricardo Rosales, desmontó en dos minutos todas las pruebas reunidas por la Policía y el pandillero salió libre. El asunto ha tenido su epílogo trágico, claro. A primeros de este año, el 17 de enero, el letrado Rosales fue acribillado a balazos en la puerta de su casa.
Acababa de denunciar por detención ilegal, torturas y manipulación de pruebas a varios agentes de la comisaría de Tela y, no contento con ello, se había atrevido a publicarlo en los periódicos.
El miércoles pasado, el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, abrumado por la muerte del periodista Villatoro, con el que le unía una cierta amistad, declaraba paladinamente la impotencia de su Gobierno en la lucha contra el crimen: «Jamás imaginé el problema que había en la Policía. No somos capaces de investigar nada». Y, luego, hizo un mal presagio: «He visto cómo se miran con odio los policías y los militares. No es nada bueno».
La cosa es que, desbordado, el presidente Lobo ha decidido sacar al Ejército a la calle para luchar contra el narcotráfico y las pandillas, confiando, tal vez, en que las Fuerzas Armadas hondureñas, que históricamente han estado vinculadas a los cárteles de la droga, se hayan regenerado por arte de magia.
De momento, en el asesinato de Villatoro se sigue el manual de estilo: las autoridades ya han acusado a varios reclusos de complicidad en el secuestro. Se dice que dirigían la operación desde la prisión de Danli a base de móviles. Pero a la escarmentada sociedad hondureña, que sufre los peores índices de criminalidad de Iberoamérica, esos alardes investigadores sólo le producen hastío. Lo del secuestro, con un vídeo como «prueba de vida», no fue más que un montaje. Al periodista Villatoro, sus captores le habían vestido con el uniforme de la Policía Especial –los llamados «cobras»– y así disfrazado abandonaron su cadáver. Todo huele a complicidad con los narcos. Este año entra en vigor la reforma constitucional que permite extraditar a ciudadanos de Honduras a Estados Unidos. Y una cárcel gringa es lo único que temen estos asesinos. Por eso, van a llevar la violencia y la muerte hasta el paroxismo.
Buenos Aires: ¿quién se hace cargo del maldito metro?
Aunque el Gobierno argentino niega una inflación galopante, los empleados del metro exigen una subida salarial de más del 23 por ciento. La huelga, sin servicios mínimos, continuará esta semana, reproduciendo el caos que ha sufrido la ciudad porteña. El Gobierno y la Alcaldía de Buenos Aires, que preside el opositor Mauricio Macri, se niegan a mediar en el conflicto. Los de Macri aducen que el metro es responsabilidad del Gobierno y que si aceptaron el traspaso fue «a condición de que se hubieran acometido los trabajos para garantizar la seguridad». Parece que empieza a faltar la plata.
Una señal de libertad
Ya saben que el presidente de Suráfrica, Jacob Zuma, es un polígamo recalcitrante que mantiene cuatro esposas y, además, pasa la pensión de divorcio a una quinta. También ha tenido algunos líos extramaritales. Así que el artista Brett Murray le ha retratado en ademán de Lenin y con el pene al aire. El cuadro está expuesto en la galería Goodman de Johanesburgo. El partido de Zuma, el todopoderoso ANC, se ha mostrado indignado pero, y esta es la novedad, acudirá a los tribunales en lugar de a sus matones.
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