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Acero cristal y dinero

Interior del CaixaForum de Madrid, obra de Herzog & de Meuron
Interior del CaixaForum de Madrid, obra de Herzog & de Meuronlarazon

Pues sí, España era una fiesta y ahora es un velatorio. Las crisis se nos amontonan como hojarasca en otoño, y nadie se atreve a barrer ni a prender la pira. Para abordar este proceso, desoyendo al oráculo de los ciclos, hay que analizar muchos cómos y porqués. El ensayo-reportaje de Llàtzer Moix «Arquitectura milagrosa. Hazañas de los arquitectos estrella en la España del Guggenheim» nos desvela con clarividencia las causas de muchos de nuestros males. ¿Cómo es posible que España haya construido uno de los pabellones más caros de la Expo de Shanghái?, me preguntaba hace unos días. Llàtzer Moix me da la respuesta al final de un prólogo magistral.

La ruleta del milagroMoix alude al fenómeno español como el más acusado signo arquitectónico de estos tiempos: «Un signo trazado por arquitectos que con frecuencia han primado la forma sobre la función, porque asumieron que la principal función de ciertas obras es la icónica o propagandística, y por políticos ilusos o ensoberbecidos que no vacilaron a la hora de apostar los dineros públicos en la ruleta del milagro arquitectónico». En fin, como en aquel cuento del Barón de Munchausen en el que un ejército entusiasmado antes de la batalla gasta toda su pólvora en salvas. España es un paraíso de arquitectura emblemática, pero el emblema no sirve porque no hay nada que mostrar. El escaparate está vacío.Moix sitúa el inicio del fenómeno en 1996, cuando redacta un reportaje entrevista a diez iconos mundiales de la arquitectura y detecta en ellos una tendencia nueva: el divorcio entre forma y función. El milagro español se sustenta en los fondos europeos y la liberación masiva de suelo público. Las arcas se llenan y los políticos sueñan con gigantescos mausoleos destinados a la cultura. El éxito del Guggenheim de Bilbao, en 1997, los emborracha. Todos quieren repetir el fenómeno... incluso Bilbao, ¡que planea un segundo Guggenheim!Moix estudia el milagro bilbaíno, compuesto por nacientes tendencias en el turismo cultural –y los vuelos «low cost»–, el consabido dinero público, una sabia operación urbanística y el hecho nada despreciable de ser el primer champiñón del futuro –y saturado– criadero español. Pero tras Bilbao llegará el calatravismo valenciano, un «monocultivo» intenso que poblará el antiguo cauce del río Turia con discutibles y carísimos edificios destinados al disfrute científico-cultural en formato «parquetemático». Y Santiago de Compostela, con una Ciudad de la Cultura más extensa que la Ciudad Prohibida de Pequín. Y Zaragoza, cuya Expo sostenible edificó un puente-pabellón muy difícil de sostener física y económicamente. Por no hablar de una Barcelona que había renacido durante los Juegos Olímpicos de 1992, desaprendiendo lecciones arquitectónicas en un despropósito llamado Fórum de las Culturas. O un Madrid faraónico con torres y hoteles cuyo único mérito reside en la firma de su autor. Incluso ciudades periféricas que reclaman su lugar, como L'Hospitalet de Llobregat, y estados como Andorra, cuyo «coitus interruptus» con Frank Gehry da mucho que pensar.

Llàtzer Moix «Arquitectura milagrosa»Anagrama266 páginas. 18 euros