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Víctima en primera persona de la «política» de Conde-Pumpido
Resultará cuanto menos llamativa la fotografía de Eduardo Torres-Dulce con su antecesor al frente de la Fiscalía General del Estado, Cándido Conde-Pumpido, y lo que éste pueda decir de aquél. Y es que no hay que olvidar que Torres-Dulce sufrió en primera persona, en dos ocasiones, la «política de nombramientos» de Pumpido. La primera ocasión fue en junio de 2005, cuando el entonces responsable del Ministerio Público esgrimió «pérdida de confianza» para no renovarle durante otros cinco años como fiscal jefe de una de las secciones de la Sala Penal del Supremo, encargada de investigar y, en su caso, juzgar a los aforados.
El Consejo Fiscal, órgano representativo de la Carrera, apostó claramente en favor de Torres-Dulce, miembro de la mayoritaria Asociación de Fiscales, para continuar en su cargo. Sin embargo, Pumpido hizo caso omiso y propuso a Juan Ignacio Campos, de la minoritaria Unión Progresista de Fiscales.
Dejó, por tanto, el Supremo y se incorporó a la Fiscalía del Tribunal Constitucional. En julio de 2009 se procedía a la designación del jefe de esa fiscalía. Torres-Dulce presentó su candidatura y nuevamente obtuvo el respaldo mayoritario del Consejo. Pero nuevamente también, Pumpido decidió aupar a la candidata de la UPF, María de los Ángeles Sánchez Conde.
Al margen de su incuestionable capacidad técnica, Torres-Dulce es un enamorado y especialista cinematográfico. No en vano, uno de sus mejores amigos es el director José Luis Garci.
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