Emergencias

«Estamos rodeados de cenizas en 10 kilómetros a la redonda»

«Estamos rodeados de cenizas en 10 kilómetros a la redonda»
«Estamos rodeados de cenizas en 10 kilómetros a la redonda»larazon

BARCELONA- A los municipios que ya respiran aliviados por el fin del devastador fuego en su territorio les toca ahora hacer balance de daños. En Capmany, un pequeño pueblo del Alt Empordà que apenas alcanza el millar de habitantes, ayer se respiraba «espíritu de comunidad» entre la tragedia. Aunque la mayoría de viviendas se han salvado de las llamas, tres familias han visto como el incendio devoraba y calcinaba su vivienda en apenas unas horas de la tarde del domingo y el camping del pueblo, Les Pedres, ha quedado totalmente arrasado. El fuego se ha llevado el 90 por ciento del territorio que ocupa el pueblo. «Estamos rodeados de cenizas en 10 kilómetros a la redonda», lamentaba ayer Xavi Rodà, vecino de la localidad. Rodà, que alquila una masía de turismo rural en la zona que ha podido salvarse del fuego, aseguró que en el pueblo «todo el mundo está arrimando el hombro para ayudar en lo que sea necesario». Ayer, el trasiego de colchones, mantas, comida y ropa para los que lo habían perdido todo era constante.

«Lo peor de toda esta situación se lo ha llevado el cámping», afirmaba entristecido, ya que allí vivían varias familias con sus hijos de forma permanente. El negocio, regentado por un matrimonio formado por una española y un holandés, llevaba funcionando a pleno rendimiento más de una década. «Pensábamos que sería como en 2006, que el incendio no llegaría hasta aquí, que pasaría de largo y lo apagarían», dijo a la agencia Efe Sylvie, una francesa que trabaja en el pueblo y que llevaba más de diez años viviendo en Les Pedres. Sylvie, que perdió su casa del cámping, se sentía «afortunada» por haber podido salvar el coche y los dos perros que vivían con ella.

Otra de las viviendas afectadas, una casa en la que vivían ocho personas (un matrimonio, los padres de la mujer, unos trillizos y otra hija de un año y medio), tampoco escapó del fuego. «Estoy intentando asimilarlo, estoy entre la pesadilla y el sueño. No se qué pensar, las noches me las paso pensando en todo lo que tenía allí, todas mis pertenencias, que ya no tengo», explicó entre sollozos Lydia de la Rubia, natural de Mallorca y vecina de Capmany desde hace años.

Sin tremendismos
Pese a la tragedia, los ánimos no desfallecen en la localidad ampurdanesa. «Entre los bomberos y los propios vecinos actuamos con mucha rapidez para evitar que la tragedia pasara a mayores», explica Rodà. «No podemos ponernos tremendistas. Nos recuperaremos y mantendremos el turismo. Si todos hacemos un esfuerzo, lo conseguiremos», añadió Rodà visiblemente afectada.