Y si Robinson por Miguel Ángel ALMODÓVAR

Con la canícula el cortex cerebral se calienta lo suyo, dando rienda suelta a dilemas aparentemente absurdos, y a punto de lanzarse de cabeza a la piscina, pongamos por caso, uno se pregunta: ¿y si Arquímedes no tuviera razón? En la misma línea, en estos días empezamos a tomar conciencia de que el agua de coco contiene más potasio, sales esenciales y electrolitos que cualquier bebida especialmente diseñada para deportistas o para prevenir la deshidratación del común poblacional. Pero eso es sólo el principio, porque además nos dicen que se trata de la sustancia más parecida al plasma humano, que es útil para deshacer cálculos renales, que desparasita el intestino y que previene las infecciones estomacales. Y claro, enseguida se vine al magín el caso de Robinson Crusoe, predicador pionero de las virtudes del agua de coco en occidente. De pronto la pregunta sale al paso: ¿y si el marinero de York, aparte de modelo de colonialismo y puritanismo británico decimonónico, como le consideraba James Joyce, hubiera sido el gran apóstol de la nutrición deportiva?