Investigación científica
Antibióticos sin receta estaría justificado
Los profesionales sanitarios debaten sobre si se debe hacer una excepción a la regla: vender este tipo de fármacos sin prescripción médica para evitar visitas innecesarias a los servicios de urgencias
España ostenta una de las tasas más elevadas de uso inadecuado de los antibióticos, por ejemplo, para tratar infecciones víricas, como la gripe, frente a las que los antibióticos no tienen actividad alguna, y de uso de los mismos sin prescripción facultativa, procedimiento no autorizado por la normativa española, según afirman los especialistas de la Red Española de Investigación en Patología Infecciosa (Reipi) y la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). Pese a lo cuál, los médicos aseguran que ya se ha superado la fase de uso indiscriminado de los mismos y la población está más concienciada sobre cómo debe ser un uso correcto. Carlos Amaya, vicepresidente de la Federación Europea de Médicos, explica que «los pacientes ya se han sensibilizado ante este problema de salud pública y hacen un mejor uso de los mismos. Además, ya no se aplican de forma masiva en casos de infecciones virales. Hemos superado la etapa de utilizarlos de forma alegre».
Esto es clave ante familia de bacterias como la streptococcus pneumoniae, o neumococo, (una de las primeras causas de neumonía bacteriana, entre otras patologías), el staphylococcus aureus, resistente a la oxacillina, y la escherichia coli, ambos importantes productores de distintos tipos de infecciones en los hospitales y en la comunidad. Según los especialistas, esto se debe a que países como el nuestro abusan de determinados antibióticos de amplio espectro, como las fluoroquinolonas y amoxicilina (ácido clavulánico), un uso mal controlado que se relaciona con un aumento de la resistencia a los fármacos.
Coyuntura
Isabel de la Mata, representante de la dirección de Salud y Consumo de la Unión Europea, incidió durante la presentación del proyecto «Happy Audit» hace un par de meses, en que la UE ha destinado en los últimos diez años unos 200 millones de euros a proyectos relacionados con los antibióticos y explicó que este tipo de estudios «se tienen en cuenta». No en vano el Consejo de la UE aprobó en 2002 y 2009 recomendaciones sobre el uso adecuado de estos fármacos. Asimismo, De la Mata recordó que en abril se publicaron los resultados del Eurobarómetro específico del uso de antibióticos, que desveló que el 40 por ciento de los europeos ingirió antibióticos en 2009, y lo más preocupante es que un tercio de esta cifra lo utilizó por una infección viral y «al 95 por ciento se lo prescribió un médico».
Ante la polémica del uso y abuso de los antibióticos también se lanzan las voces de quienes trabajan día a día con ellos, quienes los recetan y los venden. Ya que muchos especialistas, como explica Bruno González Zorn, investigador del Centro de vigilancia sanitaria Visavet de la Universidad Complutense de Madrid, apuntan a una «tolerancia cero a la venta sin prescripción facultativa». En este sentido, el debate resulta intenso, pues como afirma Fernando Redondo, presidente de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), «si bien es cierto que no se puede atender a las demandas de venta sin receta, hay que tener en cuenta que no todos los casos son iguales y que como profesionales médicos podríamos aportar mucho en este tema de forma constructiva».
El máximo representante de FEFE sostiene la tesis, que como él mismo asegura, «hemos plasmado en más de un documento legal en forma de alegación», que hay pacientes que no deben acudir a centro de urgencia por una inflamación provocada por una infección, y que la mismo tiempo no pueden esperar un tratamiento, «¿por qué entonces no va a poder decidir el farmacéutico si el paciente necesita de forma justificada ese antitotalmente capacitados para ello», manifiesta Redondo. Desde otro punto de vista, Carlos Amaya, vicepresidente de la Federación Europea de Médicos, explica que «antes de que un paciente acuda a urgencias para que le den una receta es mejor confiar en el profesional de farmacia. No se entiende que se dé libremente medicamentos con efectos secundarios más peligrosos, como la píldora del día después, y no se pueda vender un antibiótico como la amoxicilina a un paciente que lo necesita».
El consumo de antibióticos en España se mantiene con respecto a 2006 según el último informe actualizado «Uso de antibióticos en España», elaborado en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps). El documento, que analiza el consumo en los últimos doce años, muestra que la media de antibióticos en España en el ámbito extrahospitalario es de 20,15 dosis diarias por cada 1.000 habitantes, y se registra una media de 22 dosis en 1997 a las 19,7 que contabilizó en 2008 y 2009, los dos últimos años analizados. De este modo, se observa un descenso desde 1997 y, por tanto, se pueden diferenciar tres fases en la evolución del uso de los antibióticos. Una fase inicial que abarca hasta 1996 en la que el uso de antibacterianos se incrementa debido sobre todo a la introducción de nuevos macrólidos, cefalosporinas, así como por el aumento de la utilización del ciprofloxacino y la amoxicilina con ácido clavulánico.
A continuación su uso desciende hasta 2001 por la disminución del consumo diario de amoxicilina. Y, a partir de este año, se observa un ligero repunte debido a la utilización creciente de amoxicilina asociada con ácido clavulánico en sus presentaciones con mayores dosis por forma farmacéutica. No obstante, en los últimos años se aprecia una estabilización porque el aumento de uso de amoxicilina clavulánico se compensa con el descenso de cefalosporinas y macrólidos. El 90 por ciento de los antibióticos son prescritos por médicos generalistas y hasta uno de cada seis son para infecciones del tracto respiratorio.
Algunos especialistas subrayan que el problema de la resistencia a los antibióticos es grave debido a un cúmulo de factores. Uno de ellos es el escaso número de moléculas nuevas que han llegado al mercado en los últimos años. «De 1930 a 1970 se descubrieron 11 familias nuevas de antimicrobianos, mientras que en estos últimos 40 años, solamente hemos dado con dos, los lipopéptidos y las oxazolidinonas. Sin duda, hace falta más inversión en este campo, tanto en la investigación fundamental en nuevas formas de luchar contra las bacterias, así como potenciando y facilitando el desarrollo de nuevos fármacos», apunta Zorn. De hecho, la Agencia Europea para la regulación de Medicamentos (EMEA, por sus siglas en inglés) y el ECDC acaban de lanzar una estrategia global para potenciar el desarrollo de nuevas moléculas con actividad antimicrobiana.
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