La máquina de hacer lectores por David BARBA

Mientras la espía sexy Anna Chapman prepara su sitio web y un pastor fundamentalista se dispone a conmemorar el 11-S quemando ejemplares del Corán, un escritor de novela negra gana un premio literario en Barcelona. Los tres hechos, sin conexión aparente, podrían formar parte de un «thriller» de Dan Brown. Su amigo Harlan Coben es más serio, créanme: después de una primera novela olvidable según él mismo reconoce, tuvo el acierto de crear a un «detective por accidente», un tipo rodeado de gente corriente pero, eso sí, con pasta gansa. Buena gente americana, ya saben. Este detective de rostro humano llamado Myron Bolitar, tiene el encanto de ser un ex jugador de baloncesto reconvertido en agente deportivo y, en sus ratos de ocio, se dedica a desfacer crímenes entre sus representados: gente chic metida en eso del crimen casi por accidente. Y es que, ya saben: el infierno está pavimentado de buenas intenciones. Un poco porque el mal anida dentro de nosotros y especialmente en esos entornos idílicos con el césped recién cortado y la barbacoa a pleno rendimiento que tanto le entusiasman a este azote del sueño americano. Y otro poco porque a la gente corriente le gusta pensar que su mundo de casitas pareadas no es tan aburrido como parece. No: no se aburrirán con Coben, que es una máquina de hacer lectores. Tiene a 47 millones de almas entretenidas a lo ancho y largo del planeta. Entre ellos, a Bill Clinton, que de novelas y fábulas entiende un rato largo.