Balón de Oro

Cocidos por María José Navarro

La Razón
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En una rueda de prensa para presentar una campaña contra los efectos del alcohol, el Director de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, Ignacio Calderón, ha dicho estar triste y preocupado por la celebración de la Eurocopa. La fiesta de los jugadores le pareció chocante porque «algunos iban cocidos». El día del fiestorro, un periodista inglés comentaba que no se imaginaba a su selección festejando de esa guisa y con esa actitud. Los dos llevan algo de razón, y a los dos les falta un poco. La Selección ha ganado la Eurocopa jugando bien al fútbol y con formas caballerosas, pidiendo respeto para los rivales goleados y festejando el título con sus bebés en vez de señalarse el muslamen o meterle el dedo en el ojo a los rivales. Los suplentes no se han quejado, el seleccionador no ha elevado la voz, el central titular tiró un penalti para la posteridad y el máximo goleador no hizo gestitos de desagrado cuando su gesta se vio eclipsada por la irrupción de una nueva estrella, Nora Torres, Miss Coletas 2012. La selección, tras tres semanas a macarrones sin salsa y Acuarius, se tomó tres cervezas durante el paseo triunfal y le dio la mano tres o cuatro veces al mismo, algo tan español como el tricornio de los aficionados. Podían haber bebido menos, sí, o más tarde; también podían haber arreglado unos baches y bajar la prima de riesgo. Podían haberlo hecho un poco mejor, sí, pero sobre todo podían haberlo hecho infinitamente peor. Que se lo pregunten a franceses e ingleses, con sus equipos llenos de escándalos y peleas privadas por más que en público no beban en porrón.