Estados Unidos

Hackers a la caza del pedófilo

«Aunque todo puede comenzar con una frase como ‘‘niñita violada'' y concluir con una detención, como las 278 practicadas el año pasado–con 119 imputados–, perseguir una red de pedofilia es muy lento y mucho más rudimentario de lo que os parece a los medios». Así de tajante se expresa EddieB, oculto en todo momento tras un apodo de campaña

Miguel Comín es el director de la Fundación Alia2, promotora del informe que revela que en España se descargan 154 archivos pedófilos al día
Miguel Comín es el director de la Fundación Alia2, promotora del informe que revela que en España se descargan 154 archivos pedófilos al díalarazon

Su traje patronímico de hacker con el que ha colaborado en más de una ocasión con la Policía y Guardia Civil en esta persecución digital pederasta. «Lo que hacemos los hackers –prosigue este experto informático recién instalado en la treintena, que rehúsa fotografíarse por miedo a que le roben el espíritu–, se asemeja a los mecanismos de investigación de siempre pero adaptados a la tecnología». Desde luego, no se trata de liberar al Neo de «Matrix», ni hay un Morfeo de quien aceptar la pastilla roja, ni se producen largos «travelling» en los que recorremos una línea ADSL de un terminal de ordenador a otro. Entre otros motivos, porque no se trata de un filme de los hermanos Wachowski, sino del lacerante mundo real, que esta semana nos ha arrojado dolorosas noticias sobre nosotros mismos: gracias al informe de la Fundación Alia2 recibíamos el indeseable honor de ser subcampeones en el ránking pedófilo mundial, sólo superados por Estados Unidos. En España, la friolera de 16.000 personas, intercambian fotos y vídeos sexuales de menores; 154 archivos diarios. Lo que significa que el 61 por ciento de los delitos telemáticos que se producen son pedófilos.

«Aunque la Universidad de Jaén –explica Miguel Comín, director de la Fundación Alia2, promotora del informe– tiene avanzado la elaboración del perfil del pedófilo español», este hacker tiene sus propias teorías: «El usuario ignora que comete un delito en la intimidad de su alcoba; no olvidemos que somos el paraíso fiscal del pirateo. Sumemos que, aunque las unidades de delitos telemáticos cada vez están más formadas, siguen sin tener herramientas necesarias, por eso nos contratan para temas de "hacking", bien través de plataformas o para impartirles cursos». El último motivo lo esgrimía Juan Salom, jefe de la Unidad de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil: «La lentitud de los juzgados que, por sobrecarga, ralentizan las investigaciones». Habría que añadir que los proxenetas se enfrentan a penas que no superan los 10 años y los usuarios a condenas menores, que los eximen de pisar la cárcel.

«Si se da una descarga involuntaria en la Red –explica Miguel Comín– pueden usar una herramienta como nuestra ‘‘Carolina'', que consiste en pulsar un botón de pánico». En esta misma línea, operadoras como Telefónica, Vodafone, Yoigo y Orange han creado la iniciativa Protege a la Infancia, que promueve un dispositivo idéntico en sus páginas para que los ciudadanos puedan denunciar de forma anónima contenidos sospechosos. Mientras los cuerpos de seguridad del Estado, fundaciones como Alia2 y el batallón de «hacker» anónimos, siguen trabajando para perfeccionar el rastreo de estos delincuentes, no son pocos –como expresaba Juan Salom– los partidarios de la creación «del agente encubierto» que actúe de gancho como reclamo cibernético para los pedófilos, que ya existe en Estados Unidos. Aunque tenemos constancia de cifras de los archivos intercambiados, no se pueden computar el dinero que mueve este negocio, «es muy difícil controlar –explica Miguel Comín–.

Los datos que arrojó la "operación Tornado"hace dos semanas contra una página que vendía pornografía infantil bajo demanda era de dos millones de dólares en transacciones. Lo que no hay que perder de vista es que la industria de la pornografía sigue vendiendo el reclamo de mujeres "aniñadas"y fomenta la pornografía con menores de carne y hueso». Salom alerta de que en nuestro país no sólo ha aumentado el intercambio de archivos pedófilos, sino que han constatado que numerosos individuos arrestados en el último año han saltado del consumo virtual a la pederastia, hasta colgar en la red sus propios abusos a menores.

El «grooming»

¿Cómo se traspasa esa delgada línea que separa al pedófilo del pederasta? En opinión de Antonio Martín, director del Centro de Psicología Belagua, podría deberse a «la facilidad para visionar el material realizado por otros sumado a que es relativamente fácil el acceso de los pedófilos a los niños a través de la red (denominado «grooming»). Sin desdeñar la simplicidad para ocultarse y engañar, en un medio tan escurridizo. Al final: el cuerpo tiende a realizar las acciones que el cerebro repite constantemente (obsesión-adicción); si un individuo consume mucho, y de forma compulsiva, pornografía con menores, es muy fácil que a la primera oportunidad que tenga, realice su fantasía, ampliamente tatuada en su cerebro». Pertrechado tras sus gafas de pasta cuadrada, su camiseta de «trans metal» y su aspecto aniñado, el cerebro de los bytes se aleja, no sin antes glosar su despedida con una sentencia: «Las culturas posmodernas, a pesar de sus ventajas, sienten verdadera fascinación por los espíritus necrófagos... De hecho, los alimentan».


Mano a mano con el intruso
- El proceso que siguen las investigaciones de las redes de pederastia y pornografía en internet es muy complejo. El punto de partida es rastrear, con la ayuda de hackers, la «red de redes» hasta encontrar a individuos que consumen y negocian con material pornográfico en el que se involucra a menores.
- La siguiente tarea de este experto de la informática es entregar la información a las unidades de delitos telemáticos. Es clave que el «hacker» no chequee el contenido, ya que de hacerlo estaría incurriendo en un delito.
- Los usuarios pueden colaborar con las autoridades si al descargarse un archivo se encuentran con un «fake» de contenido pedófilo; es decir, que al intentar de descargarse un filme y «bajes», por error, un documento pedófilo . En ese caso deben denunciar de forma anónima el contenido.