Estreno

Al lado de los grandes por Blanca MARSILLACH

Pedro Vidal (izda.) y David Lean, en un rodaje
Pedro Vidal (izda.) y David Lean, en un rodajelarazon

Aunque otros te decían Don Pedro, Pedrito o Perico, para mí siempre fuiste mi querido Toto. Todos los que te queremos y que somos muchos festejamos tu vida a la vez que lloramos tu nueva película. Esa puesta en escena que harás en el cielo al lado de los grandes de siempre y que formaron parte de esta narrativa de tu vida que ya terminó.

Así, teniendo como audiencia a Dios y a todos los ángeles y a algún que otro santo colado, seguramente emprenderás un nuevo «Lawrence de Arabia» donde las dunas serán nubes y el millar de camellos serán pegasos. David Lean, Sinatra, Marsillach, Welles y muchos otros grandes estarán felices de tenerte a su lado, reservando para todos los que te queremos una buena butaca. Un beso enorme Toto, tu partida deja un gran vacío en esa parte del alma donde cohabitan los verdaderos amigos. Se te va a extrañar mucho, quizá más de lo que hoy imaginamos. Nos dejas todo, un cúmulo de vivencias mágicas y memorables, tu sapiencia, tu espiritualidad y, sobre todo, tu amor. Ese amor que logró convertirnos a muchos patitos feos en aprendices de cisnes y que hoy te debemos gran parte de nuestro futuro. Tu espíritu seguirá presente en la ciudad de la luz que te vio nacer, tu alegría perdurará por siempre en el mágico Suances donde te conocí, tu añoranza quedará pintada en la Lapedrera de tu niñez, tu energía vivirá en tantos amigos cinéfilos del imperio azteca y tu amor en cada calle de tu amado Madrid.
Pedro Vidal, ¡un dador de vida!, ¡un dador de amor!

Te recordaremos siempre, con cada rayo de los que te estremecían y que ahora controlarás desde del cielo, con cada helado y postre que disfrutemos, con cada buena película, con cada pitillito y con cada café cortado, pero sin duda alguna estarás con nosotros en cada matiz que apliquemos en lo tanto que nos enseñaste. Un beso infinito, mi amado Toto, padre putativo de muchos, hermano mayor de otros y querido por todos. Al pretender escribir de ti, quedo obligatoriamente limitada en definición y corta en palabras, sobre todo ahora, cuando el alma se me desgarra y tu recuerdo se me tatúa. Que Dios te acompañe en tu nueva travesía y que ésta sea aún más maravillosa que la que terminaste. Te quiero mucho y te querré por siempre.